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«descalificaciones» certeras de su entendimiento; y así se esforzaba en mirar a los demás con ancha y compren– siva indulgencia, deseando equivocarse en las desfavora– bles apreciaciones de su mente, y asiéndose en último término a una generosa esperanza de cambio o transfor– mación para lo futuro. Por eso, a pesar de los comienzos poco prometedores, él se mantenía muy animado, y decidido a seguir adelante, haciendo todo lo que se le ocurriera y le permitieran ha– cer. Quizá en cada uno de aquellos jóvenes, de aparien– cia tan vulgar, se escondiese el germen de un pequeño héroe en potencia, un futuro «apasionado de la causa» que iban a servir. El P. Fidel se acogía a la esperanza de poder transfor– mar hasta a los más flojos ... Y se dio cuenta de que para formar en todos ellos un recio temple de cristianos deci– didos había que empezar despertando o vigorizando sus mejores energías naturales, su misma vitalidad juvenil. No podía olvidar aquel axioma teológico de que «la gra– cia no destruye, sino que perfecciona la naturaleza», del que se deduce que «normalmente» la gracia está en me– jores condiciones de actuar cuando se asienta en una naturaleza bien dotada de energía y cualidades. En la reunión del tercer domingo de mayo quiso ex– plicar bien a sus jóvenes la gran diferencia que hay en– tre entender la vida como «MOLICIE» y entenderla como «MILICIA» ... La diferente manera de concebir o entender la vida es lo que pone la más fundamental división entre los hombres. No pueden agruparse en el mismo frente los que piensan que en la vida están para pasarlo bien - «vida como molicie» -, y los que estiman que lo im– portante en la vida es hacer algo que valga la pena - «vida como milicia». - Nosotros, amigos míos - les decía el P. Fidel -, no podemos alinearnos entre los defensores o esclavos de la molicie; ni como españoles, ni como verdaderos cris– tianos podemos hacer eso. No como cristianos, porque nos lo veda así la letra como el espíritu del Evangelio y aque– lla directa amonestación de San Pablo: «Neque molles... regnum Dei possidebunt», los afeminados, o amigos de la vida «muelle» no podrán alcanzar el reino de Dios 94

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