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«¡Oh Dios, Señor de los que dominan, Guía supremo que tienes en tus manos las riendas de la vida y de la muerte, escucha mi oración de guerra! »Haz, Señor, que mi alma no vacile en el combate y mi cuerpo no sienta el temblor del miedo. »Haz que yo te sea fiel en la guerra, como te lo fui en la paz. »Haz que el silbido agudo de los proyectiles alegre mi corazón. »Haz que la sed y el hambre, el cansancio y la fa– tiga, no los sienta mi espíritu, aunque los sientan mi car– ne y mis huesos. ,,Que mi alma, Señor, esté siempre tensa, pronta al sacrificio y al dolor. »Que no rehuya, ni con la imaginación siquiera, el primer puesto en el combate, la guardia más dura en la trinchera, la misión más difícil en el avance. »Pon destreza en mi mano, para que mi tiro sea cer– tero; pon caridad en mi corazón, para que mi tiro sea sin odio. »Haz que, por mi fe, yo sea capaz de cumplir lo im– posible. Que desee morir y vivir a un tiempo. »Morir, como tus santos apóstoles, como tus viejos profetas, para llegar a Ti. Vivir, como tus arriesgados mi– sioneros, como tus antiguos cruzados, para luchar por Ti. »Te pido, Señor, que la penitencia encarne en mi cuer– po, y sepa sufrir con la sonrisa en los labios. ¡ Cómo su– frian tus mártires, Señor! »Concédeme, ¡oh Rey de las Victorias!, el perdón por mi soberbia: quise ser el soldado más valiente de mi Ejército; el español más amante de mi Patria. »¡ Perdona mi orgullo, Señor! »Te lo pido por mis horas de vela, el fusil y el oído atentos a los ruidos misteriosos de la noche. »Te lo pido por mi guardia constante en el amanecer sonrosado de cada día. »Por mis jornadas de hambre y sed, de fatiga y de dolor... »Si lo alcanzo, Dios mío, ya mi sangre puede correr con júbilo por los campos de mi Patria, y mi alma pue– de subir tranquila a gozarte en el tiempo sin tiempo de tu Eternidad». 82

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