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nómicas..., v1v10, sin embargo, de manera que al morir alguien pudo resumir su historia en esta terrible defini– ción: «Una vida echada a perden,. »Varias veces antes del hundimiento final, advirtió el infeliz lo que estaba haciendo con su vida; pero nunca tuvo decisión para poner remedio, disciplinando su in– dolencia y sometiendo aquella pasión sin ley que le lle– vaba hacia Leila Bucknell. La comprobación más angus– tiada del fracaso total de su vida la hizo él poco antes de su última enfermedad, en el curso de una reunión que se celebraba en casa del embajador inglés en París. El cantante Foscoli interpretó varias melodías, acompañán– dose del piano; entre ellas, «Tristeza», de Fauré. Aquí sus expresiones parecían alcanzar lo inalcanzable: vibra– ba en ellas toda el alma secreta del sufrimiento. «C.» ex– perimentó la sensación de un dolor imposible de resistir. Aquella canción resucitaba su pasado, su lamentable his– toria, su vicia deshecha... ¡Ya sólo le quedaba morir! ¡Oh «mondo senza fine amaro»! »Amigos míos - concluyó el P. Ficlel, mientras guar– daba el libro bajo el brazo izquierdo y se ponía de pie -, amigos míos: pienso que tiene su importancia el empe– zar a ser ele manera que algún día nadie pueda hablar de vosotros diciendo con pesadumbre o lástima: «¿Fulani– to? ¡Qué pena! ¡ Una vida echada a perder!» Habían ciado ya unos pasos de regreso, hacia el ca– mino ele los manzanos. En la actitud de casi todos los chicos, y en que la conversación no acababa de saltar espontánea, conoció el P. Fidel que estaban dolorosamen– te impresionados por lo de «C.». Cogió entonces nueva– mente el libro, y sacó de entre sus páginas un recorte de periódico que había puesto allí previsoramente, por si se presentaba una buena ocasión de utilizarlo. - No voy a dejar que marchéis sólo con la amargu– ra que destila la triste historia de Caryl Bramsley. Sur– sum corda ! ¡ Arriba los corazones ! En el mundo no se dan únicamente lamentables «C». »Esto que os voy a leer formaba parte de un pequeño diario de campaña que se encontró sobre el cadáver ele un soldado de Franco, caído en la batalla del Ebro. Es– taba escrito a lápiz, y su autor lo había titulado así: «Mi oración de guerra». Escuchad: 6. - Témporas ... 81
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