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que no nos hacen ninguna falta, pues con programas de– masiado concretos dudo yo que se haya hecho nunca cosa alguna de veras importante. Creo que lo fundamental y decisivo es saber lo que uno quiere: luego, según las posibilidades de cada situación, ya vendrá el escoger los medios y caminos. Vamos a procurar, ante todo, el ne– cesario espíritu, que después, ese mismo espíritu nos irá diciendo en cada caso lo que conviene hacer...,, Para que viesen que aquello del franciscanismo no era cosa ajena a su juventud, les leyó - sin comentarios un artículo magistral publicado por José Antonio en el semanario «F. E.» de Madrid, el 18 de enero de 1934. Y para que viesen igualmente que el hacerse Terciarios no era cosa pasada de moda, les refirió y comentó algu– nas noticias de actualidad franciscana. Sin darse cuenta ni el Padre ni los chicos había pa– sado ya un rato bien largo. Las sombras de los árboles eran muy alargadas por el suelo de la huerta. La del nogal ya había dejado de cobijarles... : les estaba dando el sol, un sol de despedida, y sin poder ofensivo. Antes de levantarse, quiso el P. Fidel aclarar muy brevemente un punto de importancia: lo de ser «jóvenes franciscanos» era cosa accidental, aunque de subida estima; había de venir, sólo como hermoso estilo o matiz de perfección sobre lo que era sustancial y básico, y que él intentaba conseguir de manera más inmediata: el hacerles «jóve– nes cristianos» de veras. La cosa a nadie podía interesar tanto como a ellos. No fueran a creer que le hacían un favor correspondiendo a sus llamadas... ; él sentiría gran satisfacción viéndoles en torno suyo, pero no sería pre– cisamente él el beneficiado... Para ellos era para quienes resultaba de interés «vital» la realización de lo que traían entre manos. - ¿Veis este libro? Es el segundo tomo de una no– vela de Mauricio Baring, que tiene un título bien enig– mático: «C.». Historia lamentable de un muchacho que estuvo dotado de las mejores cualidades, y... murió, sin haber llevado a cabo nada de provecho. Todos le llama– ban «C.», pero su nombre completo era Caryl Bramsley. Educado en los más afamados Centros educativos de la Gran Bretaña - Eton, Oxford -, con inmejorables dispo– siciones para la literatura y la poesía, sin estrecheces eco- 80
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