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rrera», obra para la que es necesario mantener la fe y llevar el combate con esforzada lealtad?» Variando casi demasiado bruscamente la marcha de su discurso, el P. Fidel empezó a expresar lo que pensaba, con la rotundidez de afirmaciones que no admitían répli– ca. «Sí; todos y cada uno de nosotros tenemos, por en– cargo de Dios, que realizar «algo» en el mundo. Según la filosofía, 5,todo agente dotado de inteligencia, al obrar, se mueve por algún fin»; luego Dios, que es la suma in– teligencia, nos ha dado el ser, nos ha puesto aquí, «para algo»... »¿En qué consiste este «algo»? Hay para todos los cristianos una tarea común o genérica, y existe para cada cristiano una manera peculiar de concurrir a la tarea común. La obra de todos los cristianos, y por consiguien– te, también la nuestra, consiste en continuar y actualizar en cada coyuntura histórica la gran OBRA DE CRISTO». Aquella «salida» del Padre causó desconcierto en al– gunas y dejó decepcionadas a otras. Estas aguardaban una revelación «más interesante», algo que les diera cas1 resuelto el emocionante problema de encontrarse a sí mismas, encontrando ·su misión o vocación singularísima en la vida. Aquéllas empezaron a preguntarse: ¿qué ten– drá que ver la obra redentora de Jesús con lo que mu– chas de nosotras hemos de hacer en el mundo? Pase el que una religiosa... y hasta una maestra puedan consi– derar como «su misión» el continuar la de Jesús; pero una modista, o una manicura... Como si el efecto de sus palabras en ciertas oyentes le hubiera pasado del todo inadvertido, el P. Fidel con– tinuó impertérrito : « La teología nos enseña que todos nosotros los cristianos, ligados espiritualmente por vín– culos misteriosos y vitales, formamos con Jesús una rea– lidad tan verdadera como inexplicable: el llamado «Cuer– po Místico», al cual apunta aquel artículo del Credo que dice: «Creo en la Comunión de los Santos». Cristo es la cabeza de ese cuerpo, los miembros somos nosotros. »Creo yo, discurriendo en buena lógica, que nuestra misión terrena en cuanto cristianos - v esta condición sobrenatural de cristianos no podemos irrinconarla nun– ca - tiene que ser sustancialmente la misma de Jesús, 73
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