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de la ventana, y no han bastado para secarlas todos los ra– yos del sol, que no tardó en inundar mi alcoba. ¡ SáI-van,e del deshonor y de la muerte! ¡ Dígnate inclinar sobre mi dolor tu frente divina!» »¿Qué pasaría entre aquel comienzo ya dicho, y este final de tragedia? Os lo podéis suponer. »¡ Y la historia se repite tantas veces! Porque el mun– do está lleno de Faustos y Margaritas, y siempre está a punto algún diablo Mefistófeles, para atizar el fuego y preparar las ocasiones. »Ya veis cómo el amor, que suele tener muy hermosas apariencias y no malos comienzos, puede convertirse en «enemigo» de cuidado, que dé al traste con la pureza, con la honra, con las ilusiones, con todo lo mejor de la vida. Bien podía gemir la pobre Margarita con las palabras que pone en sus labios el poeta: «Pronto han pasado para mí los días tranquilos; ya no volveré a disfrutar de la dulce paz del alma». Las jóvenes escuchaban atentísimas las explicaciones del padre Fidel, quien acabó dándoles normas muy prác– licas sobre su trato con los hombres, fueran jóvenes o ya maduros (a veces más peligrosos que los mismos mucha– chos). Llamó muy especialmente su atención sobre la necesi– dad de no creer en seguida las cosas bonitas que les dije– sen «ellos»: algunos tienen un arte consumado para enton– tecer a las mujeres con sus palabras halagadoras, sabiendo que los piropos con gracia, la lisonja, la adulación, las ha– cen perder fácilmente la cabeza... - Mirad que a muchos les cuesta muy poco el mentir amor, y decir lo que no sienten, y mostrarse admirados de una belleza que no admiran, pero que de momento des– pierta en ellos una vulgar apetencia... No hagáis mucho caso de sus palabras, aunque aparezcan tan cumplidos y correctos como Fausto en su primer encuentro con Marga– rita. Lo que os puedan decir a vosotras, se lo repiten a otras muchas, a todas las que se pongan a tiro, porque hablar les cuesta poco. - Pero algunos habrá que no obren así...; y alguna vez dirán lo que sienten, y vendrán con buena intención. Cierto; pero eso ya es harina de otro costal. Y eso lo vamos a ver al tratar del noviazgo. 37. - Témporas ... 577
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