BCCCAP00000000000000000000393

su total restablecimento; pero ella sentía oscuramente que la realidad no correspondía a las apariencias. Algo notaba en sí misma, que la confirmaba una vez más en el dicho de que «las apariencias engañan». ¿Sólo aprensión? ¿Presenti– miento o corazonada certera? La fachada de un edificio pue– de mantenerse inmejorable, aun cuando estén a punto de fa– llar todos los cimientos; colorada y apetitosa se muestra también la manzana un segundo antes de caer a tierra vencida por la acción interior del gusano; y magníficos pueden resultar los resplandores del sol en los momentos mismos que preceden a su apagón crepuscular. Unos agotamientos intermitentes, o fatigas extrañas, le venían advirtiendo a Josefina que no se debía confiar en aquellas apariencias de mejoría que tanto complacían a sus familiares. Y aquello de «entre tus dulces brazos re– cógeme al morir», ¿no podría ser un suave aviso del cie– lo que la llamaba a estar santamente dispuesta? Desde la tarde de este domingo de mayo, Josefina aparecía más espiritualizada, más lejos de las pequeñas co– sas de nuestro vivir, tan apegado a la tierra. II Mientras en el paisaje interior de Josefina parecían correr ya brisas de próximo ocaso, en el pequeño mundo de María de la Gracia repicaban alegremente las campanas de las buenas mañanas de fiesta. A través de un proceso que sólo resultaba extraño para ella misma, aquel trato de simpatía con que empezó a li– garse (a poco de obtener su empleo de mecanógrafa) con el compañero de oficina que ya hemos dicho, se fue convir– tiendo en un clarísimo noviazgo. Todos lo veían así; todos, menos ella, que tardó muchos meses en reconocer la situa– ción por su verdadero nombre. - ¡Qué gente más tonta! - solía exclamar bastante fastidiada, cada vez que llegaban hasta ella ciertas frases o comentarios -. Dos días que vean a una con un chico, y en seguida tejen una novela... ¿Es que no podemos estar un rato juntos, sin pensar en arreglos matrimoniales? Tam- 555

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz