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Josefina podía hacer suyo todo aquello : ella había amado siempre con ternura a la Virgen (recordaba, por ejemplo, sus esfuerzos por ser mejor en cada mes de mayo, los ra– mos de flores en que, para obsequiarla, gastaba frecuente• mente sus últimas pesetillas... ); pero desde hacía dos años su amor por Ella ¡ cuántos grados había subido! No eran raros los días en que, según apuntaba el cántico, el pensar en María era su único placer y su único consuelo. Con música que estremecía, continuaba el solista di– ciendo desde el coro: «En torno, Madre mía, defiende mi vivir y entre tus dulces brazas recógeme al morir,,... La joven hubo de reconocer agradecida lo bien que la Madre del cielo había ido defendiendo su vivir, aun en las peores circunstancias (y algunas le vinieron a la memo– ria como en un relámpago). Sin tal defensa, ¿qué hubiera pasado más de una vez, con aquella sensibilidad excesi– va, con aquel su corazón y su propensión a soñar, y su modo de ser, tan desconcertante y al mismo tiempo tan atractivo (aunque de esto último nunca se había dado mu• cha cuenta ella)...? «Defiende mi vivir»... Josefina no recli– nó sólo su cabeza, ¡ reclinó todo su ser! en aqueIIa amoro– sísima protección que ahora tan vivamente sentía. Tenía lágrimas en el alma y en los ojos. El solista volvió a cantar: «En torno, Madre mía, de– fiende mi vivir... », pero donde puso el más patético acento fue en aquel final «recógeme al morir. ¡ Al morir!» Por la interioridad de Josefina se fueron prolongando extraños ecos de este último grito, sostenido y potente. «¡Al morirl »... Ella no tenía precisamente muchas ganas de morir, y, sin embargo, tal invocación lejos de asustar– la, la conmovió de una manera inexplicable. Casi parecía la más bella apelación a la muerte. Si morir equivalía a ser recogida entre los dulces brazos de la Virgen... Durante todo el resto de la función religiosa, Josefina no pudo liberarse de cierta sensación hasta entonces igno– rada, una sensación entre dulce y acongojante. ¿Iba a mo– rirse pronto ella? ¿Morirse a sus años? Sus familiares la encontraban a la sazón de mejor aspecto que nunca, y se hacían no pocas ilusiones sobre 554

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