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hasta la revisión de las pruebas de imprenta -, le queda– ba aún suficiente materia para entretenerse. Poco después de aquellos agitados días de Pascua, fue a visitarle Francisco Campo. Era una tarde de sábado, en que las oficinas no trabajaban. Pasaron los dos a la huerta conventual, llena de silen– cio a tales horas. La primavera había desplegado ya todas sus galas por los muchos árboles frutales que bordeaban los caminos. Ciruelos, perales, cerezos y manzanos mostraban profusa– mente la de sus diminutas flores, que, según la distinta clase de árboles, se encontraban también en dis– tinta fase de su corta vida; hasta las parras, sostenidas por arcos de cemento sobre diversos paseos, se esponjaban ya con el verde inocente de las hojas nuevas. También los pajarillos estaban en sus días más felices. Revoloteaban y chillaban sobre el silencio luminoso de la huerta... ¿Cómo no habían de estar '""·"''"'" Sus nidos los tenían seguros por allí, al alcance de un vuelo, seguros y acabados desde hacía bastantes semanas - «marzo, nidar– zo», decían los campesinos leoneses - ; ahora las hembras se entregaban a la creadora tarea de incubar - «abril, hueveri[,, -, y todos soñaban con los próximos días ra– diantes - «mayo, pajarayo» - en que sus crías abrirían picos y alas al pálpito de la vida nueva. Francisco Campo no pudo sustraerse al encanto de to– do aquello, y dijo al P. Fidel: - ¡ Qué ambiente éste, Padre! Aquí se respira algo muy distinto de lo que nosotros tenemos por ahí fuera. Hubo unos segundos de silencio, y añadió, como si hablara vagamente consigo mismo: - Quizá dentro de unos pocos años pueda yo también andar por estos caminos como quien anda por su casa... El P. Fidel le miró un poco sorprendido : - ¿Tienen algún sentido oculto esas palabras? - Puede ser... Precisamente venía a hablarte de algo relacionado con eso. No achaque a falta de confianza el que no se lo haya dicho antes; es que... En fin, ve- nía a decirle que ya están del todo arregladas las ,cosas para que yo me vaya al noviciado. El P. Fidel se quedó de una pieza. - Pero ¿tú sabes lo que vas a hacer? ¿Lo has pensado 541

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