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Aquello lo había deseado mucho, porque estimaba la Adoración Nocturna como una de las más serias y efica– ces gam;iac:10n piadosas a que puede pertenecer un hombre cristiano: en ella se fomenta una devoción sus– tancial - la devoción a Jesús Sacramentado -, y se ejer– cita el alma en algo del todo imprescindible para llegar a Dios: el espíritu de sacrificio. Por eso la constitución del « Turno San Francisco de Asís» le acababa de llenar de alegría. La víspera de recibir el amargo escrito de Carmen del Río, es decir, el día 20 de enero, estaba el P. Fidel muy afanado en preparar el acto que, en la basílica de San Isi– doro, iba a tener lugar aquella noche. La entrada románica del monumental templo, que en su cabecera muestra perpetuamente expuesto al Señor Sa– cramentado y guarda a sus pies el viejo panteón de los Reyes de León, vio pasar poco antes de las once de la noche a muchos adoradores de toda edad, que renunciando por Dios a la comodidad de sus casas, venían bajo la crudeza del tiempo a pasar unas horas de sacrificio cerca de Aquél a quien tantos de sus redimidos olvidan. Todos los adoradores leoneses estaban presentes en San Isidoro para solemnizar el nacimiento del nuevo turno de terciarios, y acompañarle por un buen rato en aquella su primera «vigilia». En nombre de todos habló el celoso capellán y Director espiritual de la Adoración leonesa, pa– ra dar cordialísima bienvenida a los nuevos... Luego, cuan– do al cabo de una hora ya se habían retirado los demás adoradores, fue el P. Fidel quien se puso a hablar a sus muchachos, en el tono más familiar, pero con tan fervo– rosa unción, que sus palabras llegaban a lo mejor del alma... «Tenéis que ser vosotros los mejores adoradores, los más fieles a Jesús... Y tenemos que trabajar todos para que en esta nuestra ciudad eucarística la Adoración Noc– turna de hombres sea una realidad esplendorosa». Cuando al día siguiente, en el silencio de su celda, ter– minaba de leer el P. Fidel la carta de Carmen, el primer suspiro que le brotó del alma fue éste: ¡Pobrecita! Si ano– che hubieras podido asomarte a San Isidoro, no dirías que ,,todo es materialismo», que «todo es un asco», que el mundo está sólo «lleno de mentiras, de bajezas, de negado- 495

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