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cia" - y que San Pablo condensa en tres vigorosas líneas: «Negarnos a la impiedad y a las apetencias mundanas. Vivir sobria, justa y piadosamente en este siglo. Aguardando con bienaventurada esperanza la manifes- tación de la Gloria del gran Dios y Salvador nuestro Je, sucristo». »La primera línea señala claramente el aspecto ne– gativo del programa: dos cosas principalmente deben evitarse: la impiedad, o falta de piedad, y ese conjunto de revueltas concupiscencias que San Pablo llama «las apetencias mundanas». Siguió el P. Fidel explicando las otras dos partes del texto paulino, y añadió luego a sus explicaciones, para darles mayor fuerza aquellas inolvidables palabras que a los muchachos cristianos dirigió S. Juan en su primera carta (II, 14-17): «Os escribo, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno (diablo). No améis al mundo, ni a lo que en el mundo hay. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos, y arrogancia del vivir opulento... El mundo pasa, y tam– bién sus concupiscencias; mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre». «Queridos jóvenes - concluyó el P. Fidel -: Este pro– grama de vida en Cristo, trazado por sus apóstoles, obliga en todo tiempo, según os dije antes; pero sus enseñanzas deben ser recordadas con más autoridad y fuerza, «con todo imperio», en esta coyuntura del estío, que parece ve– nir invitando a una general relajación. Ahora es cuando cobra más vigor un estilo de vida «enemigo de la Cruz de Cristo». La impiedad, o falta de piedad, parece justificarse con la necesidad de vacaciones y descanso; las «apeten– cias mundanas» encuentran muy diversos pretextos para exigir satisfacciones, y florecen en fiestas, bailes, desnude– ces, «vida de sociedad». «Se ha manifestado la salvadora gracia de Dios... en– señándonos a renunciar a la impiedad y a las apetencias mundanas... » No lo olvidéis. La lucha será dura, porque no puede resultar fácil vivir sobria, justa y piadosamente, cuando son tantos los que viven al revés. La lucha será dura, porque el enemigo no está sólo fuera; habréis de 125
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