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82 No escatimaba ningún servicio, pero tenía por santo oficio ser limosnero. Y diligente cumplía el cargo itan santamente! Siempre vestido con su sayal y a las espaldas breve morral, por pueblo, aldea o caserío iba descalzo, con sol o frío. Por Dios bendito limosneando iba pidiendo y al tiempo dando: para los frailes pedía pan y el frailecillo daba la paz. II Tiene el convento quietud profunda y un bosquecillo que paz inunda y una marisma que trae al mar hasta los muros a golpear. Altas gaviotas peinan los vientos, giran, se alocan, casi por cientos, y en la maleza del bosquecillo hay toda clase de pajarillos: Tordos, malvises y verderones, mirlos, jilgueros... mas ino hay gorriones! Jamás se ha visto -y ya es portento– pardal alguno por el convento.
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