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74 l.. ESPIRITUALIDAD CRISTOCENTRICA condición de niño, sino para invitamos a amarle confiadamente, y a confiar– nos amorosamente a Él?... Acércate a la cuna de este graciosfsimo Niño especialmente en estos días de su Navidad. Si amas las riquezas, aquí encontrarás el oro que los magos le dejaron; si amas el humo de los honores, aquí encontrarás el del incienso; y si amas la delicadeza de los sentidos, sentirás la mirra olorosa, que perfuma toda la santa gruta. Sé rica de amor por este celestial Niño, respetuosa en la familiaridad que adquirirás con él mediante la.oración, y totalmente deliciosa en la alegría de sentir en ti las santas inspiraciones y los efectos de ser especialmente suya» (III, 881 ). Y es sobre todo en la vía dolorosa donde Jesús se presenta a las almas como modelo, en los sufrimientos y amarguras que con fre– cuencia se han de encontrar en el itinerario del Señor crucificado. Las víctimas deben asemejarse a la Víctima es una idea frecuente en sus exhortaciones. El misterio de la cruz explica también muchos misterios de las pruebas del espíritu. - «Revístete de nuestro Señor Jesucristo crucificado; ámale en sus sufrimien– tos» (10-12-1917, m, 302). - «El mejor remedio, pues, para cuando te encuentres sometida a cualquier prueba, sea física o moral. corporal o espiritual, es pensar en Aquél, que es nuestra vida, y no pensar jamás en una sin añadir el pensamiento del otro» (8- 3-1918, m, 578). - «Te recuerdo que habiéndote ofrecido como víctima, debes asemejarte con preferencia a Aquél que habiendo cargado sobre sí la iniquidad de los hom– bres. fue atormentado de manera inefable y terrible» (17-4-1918, 111, 183). - «Te ruego. que también tú te confortes con este pensamiento: que tus penas espirituales y físicas son prueba de la voluntad divina. Todas las almas amantes de Jesús deben procurar hacerse cada vez más conformes a este divino y eter– no modelo. Ahora bien Jesús llegó hasta el abandono del espíritu Jesús quiso experimentar en su humanidad esta pena incomprensible de verse abandona– do hasta de su Padre celestial. Por consiguiente quien haya escogido la mejor parte del divino servicio, debe pasar por todos los dolores de Cristo, algunos más, otros menos. Y bienaventuradas aquellas almas que lleguen a ser más conformes al divino prototipo, habiendo participado más en sus santos dolo– res I Por tanto tu debes más bien humillarte delante de Dios más que desani– marte. Si Él te reserva el sufrimiento de su Hijo y quiere que experimentes tu debilidad, debes dirigirle la plegaria de la resignación y de la esperanza, tam– bién cuando por fragilidad se cae, y agradecerle tantos beneficios, con que te va enriqueciendo» (1-10-19 !7, m, 607).
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