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La Inmaculada es un momento estelar en la Vicia ele María. Es un tema fasc inante corno fuente ele inspiración y de dinami smo creador por sus conten idos y por sus perfiles ele ens ueño y de sugerenc ia. Desde e l punto de vista estético, La Inmaculada ha enriquecido las galerías de arte y las antologí– as de pensadores y poetas con la aureo la del geni o. Las Inma– culadas de Murillo y de Ribera son verdaderamente geniales por su perfección ex presiva. El Auto Sacramental inrnaculis– ta asombra la sens ibil idad y el pensamiento. El apasiona– miento ha creado las formas más bellas en e l mármol, en la piedra y en el verso. La teología se ha hecho si logismo aca– démi co, pregón popular y creaci ón poética en mad rigales, sonetos y romances... El pueblo fiel , con su intuición genial ele lo sagrado, ha profesado la doctri na de La Inmaculada sin la más leve duda sobre el misterio que, con el tiempo, ha merecido la gloria de los altares ele la liturgia. La forma de orar es la ley del creer. Y esta creencia, que en la polémica fu e "opinión pía", cobró un dinamismo imparable de sabiduría mariana hasta conver– tirse en definición dogmática, en una hora magnífica ele nues– tra historia contemporánea. La Bula "Ineffabilis Deus", ele Pío IX, canonizaba la devo– ción popular en un jubiloso cielo azul de campanas, de palo– mas y de banderas blancas al viento ele los festejo s marianos: ') ]