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v1eJo ha desmantelado todas las bases de una institución humana con un limpio historial desde los días de la creación en todas las culturas y en todos los pueblos. Estas pobres gen– tes la han arrumbado en los cementerios de desguace del matrimonio y del hogar en piezas de recambio, gastadas por el cansancio y el bostezo. La han sustituido por productos descafeinados en nombre del "progreso" y con eufemismos vergonzantes: "compañera sentimental", amor libre, libera– ción sexual. ¿Es que era un amor tan frágil o egoísta que no pudo resistir las primeras pruebas de las horas bajas, sin pro– vocar la ruptura? ¿Es que ya no cuenta para nada la palabra de honor y el compromiso de por vida? La familia ocupa un lugar ele alto honor en la visión cris– tiana ele la vida. Ya lo dice el lenguaje popular: "no hay lugar como el hogar". La familia ha cumplido sus funciones con notables niveles ele dedicación, ele sabiduría y de ejemplari– dad. El hombre nuevo, la mujer nueva, han sido fieles a sus con1promisos de donación, ele fidelidad y de proyecto ele vida en común "en la salud y en la enfermedad" y en todas las situaciones prósperas y adversas ele la existencia. Lo han compartido todo en un clima de entrega amorosa, de armonía afectiva, de sintonía humana y espiritual. Hombre y mujer se han amado intensamente en los dolo– res y goces de la carne y en los gozos y penas del espíritu. Han quemado su juventud y su vida para construir un hogar fecundo, un lugar de encuentro acogedor y un espacio vital de entrañables y luminosos resplandores. Casi nunca se han pre– guntado hasta tiempos muy recientes por sus "derechos" y se han dedicado con absoluta disponibilidad a engrandecer y embellecer el hogar. La mujer, sin saber ni querer saber nada de feminismos, ha sido indiscutible reina del hogar. Cierta– mente, causa asombro la cantidad enorme de mujeres maravi– llosas que ha formado la mujer nueva: ¡qué temple, qué for– taleza, qué capacidad de darse y desvivirse, qué naturalidad, qué ternura, qué belleza... ! El ideal cristiano es estéticamente bello y verdadero. Es la realización en carne viva del excesivo psicológico del amor 46
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