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P. CALASANZ nuncian al pecador presumiendo de justos: Mientras escribía Jesús sobre la arena, empezó el desfile de los «impecables», «embusteros», por los más viejos. - Cristo no se escandaliza ante los pecados que «manchan» y que la sociedad farisaica apedrea con especial furia. Cristo no condena: perdona. Sale al encuentro de la Sa– maritana y la convierte. Perdona a la mujer sorprendida en adulterio y acosada por la jauría de los «impecables» fariseos. Perdona a los discípulos su vanidad, sus ambi– ciones, su celo vehemente e indiscreto, cuando piden que baje fuego del cielo. Perdona la negación de Pedro, la desbandada de los otros, la cobardía de todos ... Nos descubre el corazón misericordioso del Padre Dios con la historia apasionante del pecador que se marcha lejos de la casa paterna, en la Parábola del hijo pródigo, la oveja perdida. Cristo se llama a Sí mismo el Buen Pastor, que conoce sus ovejas una por una, por su propio nombre, que las apacienta, las defiende y las recupera cuando se alejan del redil. El confesor, hecho a la medida del Corazón de Cristo, es un hombre abierto, comprensivo, entregado. De este modo pue– de ejercer con grandeza y eficacia su misión de instrumento de la misericordia ... La Confesión afecta al hombre en los centros neurálgicos del ser. Pone en acción todos los resortes de la personalidad: recuerdos, sentimientos, inteligencia, voluntad, corazón. Hecha a conciencia, la Confesión transforma al hombre por entero desde sus mismas raíces. Vamos por partes. l. EXAMEN DE CONCIENCIA Es la reflexión serena, exigente y rigurosa sobre la condición de pecadores y sobre los pecados «concretos» cometidos. No se queda en las ramas ni en el follaje: pone el hacha en la misma - 88-
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