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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR El cristiano sabe que la vida espiritual es «milicia» y que, a pesar de los buenos propósitos y deseos, la carne es flaca y puede obstruir los planes del espíritu. El propósito es bueno siempre que estés decidido -«aquí y ahora»- a romper con el pecado. Pero atendida la fragilidad humana y la fascinación del tentador, esta ruptura exige un tra– bajo continuo de conversión. El propósito es bueno y psicoló– gicamente válido, aun teniendo en cuenta las fragilidades de la naturaleza, aun previendo que se volverá a caer, aun sabiendo con una certeza moral que se volverá a caer. Por eso aun los mejores se están confesando siempre de los mismos pecados. El secreto consiste en levantarse inmediatamente y no pactar jamás con el pecado. El cristiano corta por lo sano de una vez para siempre: «Se acabó». Con firmeza y con humildad. Punto clave en el propósito: Rehuir las «ocasiones», sobre todo aquellas que, por una experiencia personal, llevan siempre o casi siempre a pecar. Jugar con el peligro es de temerarios o de presuntuosos. [V. CONFESIÓN «Es la manifestación 'de boca' de todos los pecados mortales cometidos después del Bautismo, hecha al confesor para recibir la absolución sacramental.» Es la manifestación sincera de todos los pecados. Como un abrir de par en par la conciencia a los ojos del ministro compe– tente, con absoluta claridad y lealtad, sin repliegues, sin tapujos, sin reticencias. El penitente se acusa con la serenidad y la objetividad con que lo haría sí se tratara de otro. Descubre los secretos más velados e íntimos de su ser pecador y no busca falsos o vanos pretextos en disculpa propia. El pecador se desnuda interior– mente ante la presencia divina para ser visto tal como es, sin manipulación de imagen. La Confesión ha de ser «formalmente íntegra», sin oculta– ciones de miedo, cobardía o vergüenza, que expondrían al sacri– legio que es la profanación del Sacramento. - 93 -

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