BCCCAP00000000000000000000226

MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 43 5.-Replicó el más ladino diciendo: «No te canses, que no hemos de beber, y advierte que si vosotros os atrevéis a tocar la calabaza, al instante moriréis, porque el gran diablo se enojará mucho contra vosotros y os piatará luego sin remedio; no os burléis con él porque os sucederá como os digo». Admiráronse los Padres de ver tal ceguedad y, volviéndose el Prefecto al compañero, le dijo: «Empeñados nos hallamos en ir a tomar la calabaza y en beber para mostrar a estos bárbaros la virtud y eficacia de la fe que les predicamos y la potestad de nuestro sagrado sacerdocio y a sacarlos de los engaños en que viven». Armóse con la señal de la cruz e invocó en su auxilio el divino amparo con las siguientes deprecaciones: Exurgat Deus et dissipentur inimici ejus et fugiant qui oderunt eum a facie ejus. Adjuva nos, Deus, salutaris noster, et propter gloriam nominis tui libera nos. Y acercándose al árbol, tomó la calabaza y dijo: In nomine 1esu omne genu flectatur, caelestium, terrestrium et in/ernorum, et omnis lingua confiteatur, quia Dominus 1esus Christus in gloria est Dei Patris. 6.-Díjoles después el Prefecto: «¿Qué os parece, miserables? ¿No veis cómo tengo la calabaza en mis manos y el diablo no me ha hecho ni se atreve a hacer mal alguno?» Admiráronse grandemente del caso todos ellos, pero con– fiado el más ladino en sus diabólicas artes, que debía ser sin duda el mayor hechicero de todos, se volvió hacia el árbol y estuvo un rato haciendo mil visajes ridículos, como dando a entender que hablaba con el diablo, y después de haber hecho sus invenciones y aspavientos, muy alegre y confiado le dijo al Prefecto: «Ahora sí que si bebéis de ese vino, moriréis luego sin remedio». «¿Qué dices, bárbaro necio? Ahora conoceréis el poder y virtud de nuestro Dios omnipotente y cómo no puede nada el diablo si él no le da licencia y permisión.» Sacó un vaso que llevaba y echó vino de la calabaza y hablando con todos aquellos bárbaros les dijo : «Advertid, ciegos, que este vino no lo bebo por haber sido ofrecido al diablo, pues por esa causa antes lo detesto y abomino -y en señal de menosprecio lo vertió en el suelo--, bébole por ser cosa que Dios crió y buena por ser criatura suya, para cuya mayor honra y gloria y desengaño vuestro beberé una y muchas veces, tenga o no tenga veneno». 7.-Entonces llenó el vaso y bendiciendo la bebida con la señal de la cruz e invocando el nombre dulcísimo de Jesús, bebió muy despacio el vino, que era de palma y su color y sabor al modo de la alhoja, y con mucha confianza en Dios, acordándose del evangelista S. Juan, de nuestro Padre S. Antonio de Padua, de S. Luis Beltrán y de otros santos, que bebieron veneno para confusión de los infieles, y principalmente de la promesa que Cristo bien nuestro hizo a sus discípulos y creyentes: Et si mortif erum quid biberint, non eis nacebit (43), tantas veces cumplido no sólo en la primitiva iglesia, cuando (43) MARC., 16, 18.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz