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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 37 las breves razones siguientes, las cuales escribió el Prefecto en un papel para decirlas por él en la ocasión oportuna y darle a entender al rey la grande ofensa que hacía a Dios con tan abominables sacrificios y el castigo del cielo que vendría sobre él y los suyos, si no trataban de dejar sus vicios y barba– ridades, reduciéndose a la fe santa de Jesucristo y al suave yugo de su ley divina. 13.-Apenas comenzó el Prefecto a recorrer su papel y a registrar el teatro, cuando vió venir al veedor viejo o primer ministro; llegóse a ellos muy furioso y, con palabras y ademanes de cólera y furia, les mandó que se fuesen luego de allí. Rogáronle les dejara ver aquella fiesta, supuesto se hacía para todos y que el rey y los demás no se disgustarían de que ellos, siendo extranjeros, la viesen. No hubo forma de permitirlo, antes, viendo que se hacían reacios, bramando el veedor como una furia, agarró al Prefecto del hábito y tirando con toda fuerza, le bajó así arrastrando hasta ei patio para echarle fuera de palacio. Otros camaradas o criados suyos hicieron lo mismo con el compañero. Viendo se les iba frustrando su intento y que no había otro remedio sino salir, procu– raron acelerar el paso y darle a entender al veedor desistían ya de su pretensión para volverse a su hospicio. Con este ardid se les escapó de las manos el Prefecto y con el papel en las suyas se arrojó en medio del tumulto y, puesto enfrente del rey y de sus grandes, a voz en grito, para que todos le entendiesen, comenzó a decir las palabras que llevaba escritas y que eran del tenor siguiente. 14.-«Rey del Benín y todos los que aquí estáis: oídme atentos; mirad que ofendéis a Dios sumamente con estos sacrificios que hacéis al demonio quitándoles la vida a los hombres; advertid que seréis castigados de Dios omnipotente rigurosamente, si no tratáis de enmendaros y de. dejar los vicios e idolatrías en que vivís, y recibís la fe santa de Cristo que os vengo a predicar.» La primera vez tuvo lugar para decirlas todas, pero volviendo a repetirlas, le taparon la boca fuertemente para que callase, y, cargando gente sobre ellos, los sacaron arrastrando del patio hasta la calle, dándoles muchos golpes y empellones; mas sin embargo, mientras pudieron, no cesaron de repetir a gritos dichas palabras. 15.-Viéndose fuera de palacio, hicieron diligencias para volv~r a entrar por otra puerta, mas anduvieron tan astutos aquellos infernales ministros, que, presumiendo el suceso, las mandaron cerrar y con eso ejecutaron su detestable sacrificio, quedando los religiosos con el dolor y desconsuelo de no haberlo podido impedir o al menos de no haber conseguido . el dar la vida en homa y servicio del rey de los reyes, como lo juzgaron, si bien conformándose con su voluntad santísima, reconociéndose indignos de tal dicha, desistieron por entonces de hacer más diligencias en la materia y se volvieron al hospicio a buscar a los compañeros. Estos, no dudando les hubiese sucedido alguna tra-
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