BCCCAP00000000000000000000226

34 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA no sólo trataba despacio con ellos los negocios de su reino y las cosas más secretas, sino que gustaba mucho de su trato, y que, estrechándose cada día más los afectos, había de llegar a descubrir sus maldades, que no eran pocas, y con eso les privaría de sus oficios y aun los castigaría severamente. 3.-Presos, pues, de la envidia los veedores, se conjuraron contra el Pre– fecto, no de otra suerte que los sátrapas y jueces que señaló Darío para el gobierno de su reino, contra el santo profeta Daniel superior de todos; los cuales así como a éste la armaron mil lazos y no pararon hasta ponerle en el lago de los leones, así también estos veedores no hubo medio que no inten– tasen para divertir al rey de su propósito y apartar de su lado al Prefecto. Fué esto de calidad y con tal empeño, que aunque intentó varias veces volver a ver al rey, jamás lo pudo conseguir. Había presentado el Prefecto al rey, entre otras cosas, un reloj de campana con despertador, alhaja a la verdad curiosa, que le había dado para este efecto cierta señora virtuosa de Madr id; admirábase de oírle dar las horas y lo juzgaba por cosa milagrosa; pero como se le acabó la cuerda, cesó de tocar. De allí a dos días se lo envió al Prefecto para que se lo compusiese porque aun para darle cuerda les faltaba habilidad . 4.-Alegróse con esta ocasión el Prefecto, juzgando tenerla con eso para volver a ver al rey, y respondió a los mensajeros que lo compondría de muy buena gana pero que había de ser delante del rey, añadiendo que no sólo le aderezaría sino que también les enseñaría el modo como le habían de gobernar. Volviéronse los mensajeros con este recaudo y su reloj, y cuando pensó el Prefecto se le había abierto la puerta por este medio para hablarle despacio al rey y darle noticia de lo que pasaba, anduvieron tan astutos los veedores, que conocieron su designio y no le dieron lugar a ello, antes bien, para quitar de una vez la ocasión, tomaron el reloj y se lo volvieron, queriendo ·antes perder la alhaja que permitir la comunicación con el rey. 5.-Admirábanse los religiosos de ver tan astutos y cavilosos a aquellos ministros y especialmente al veedor más viejo, que fué el principal órgano de Satanás y el instrumento que halló más bien templado para sus designios. Era este mísero viejo el privado y primer ministro del reino y el que hacía y deshacía con libertad y desahogo cuanto le dictaba su genio, influído de los oráculos del demonio por medio de los hechizos y pacto que con él tenía. El rey no se metía en nada y daba por hecho cuanto disponía el .viejo, siendo tal el embeleso y ceguedad en que le tenía impuesto, que para ostentar mayor grandeza, así como otro Eliogábalo o Sardanápalo, no se dejaba ver ni salía de casa sino una vez al año para que de esa suerte ignorase cuanto pasaba en el reino. Mas porque el estar en'.cerradoen su palacio, no le fuese congojoso, en él procuraban festejarle de varios modos, con grandes ofensas de Dios. El palacio es amplísimo y capaz de innumerable gente; dentro de él tenía el rey

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz