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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 29 todo eso obligándolos con algunos donecillos y razones y principalmente con la ayuda de Dios, vino a conseguir el verle y hablarle, pero vendiéndole siempre muy cara los veedores aquella gracia como si fueran dueños de la voluntad del rey. 15.-De estas tiranías se ven muchas en el mundo y los que las padecen no son muy pocos; las mercedes de los príncipes penden de su mera libera– lidad y con todo eso las suelen dispensar de manera sus ministros que quieren se les agradezca a ellos más que a los mismos príncipes. De otra suerte dife– rente se debiera obrar si se atendiese a la política del cielo y al servicio de los reyes, sustitutos de Dios en la tierra. Es insigne ejemplo el del ángel S. Rafael, el cual por ordenación divina dispensó muchos y grandes beneficios al santo viejo Tobías y a su familia, pero en medio de eso y que padre e hijo le ofre– cieron generosas retribuciones para sí, no sólo no admitió cosa alguna corporal ni espiritual pero les ordenó repetidas veces que las gracias de todo sólo diesen a Dios pues a su Majestad divina debían únicamente aquellos bene– ficios y que a él en ellos sólo le había tocado el dispensarlos y obedecerle, lo cual reconoció por premio inestimable y que no buscaba otro: Etenim cum essem vobiscum, per voluntatem Dei eram; ipsum benedícite et cantate illi. Ego enim sun Raphael angelus (id est minister), unus ex septem qui adstamus ante Dominum. Benedícite Deum coeli et coram omnibus viventibus confite– mini ei, quia fecit vobiscum misericordiam suam (39). Nada se le pegó a las manos a este gran ministro de Dios, y ni aun un solo agradecimiento quiso para sí: esto es obrar con limpieza, prontitud y fidelidad; pero la avaricia humana lo corrompe todo, haciéndose dueños absolutos los hombres de lo que no es suyo ni les toca por camino alguno y deshaciendo con eso la clemencia y generosidad de sus príncipes. 16.-Habiendo, pues, recabado el Prefecto con los veedores el que le de– jasen llegar a la presencia del rey, logró su primera audiencia; las ceremonias con que ésta se hizo fuera cosa prolija el referirlas. Mostróles el rey fingido afecto y se alegró mucho de verlos en su corte; refiriéronle cómo sus compa– ñeros habían entregado las cartas de Su Santidad y de la Sacra Congregación a los veedores para que se las dieran en propia mano, pero respondió que no las había recibido. Mandó llamar a los veedores y les pidió las cartas; diéron– selas, que aun todavía las tenían cerradas e intactas, pues en todo el reino no había hombre que conociera una letra, y el rey le dijo al Prefecto que se las explicase por medio de un intérprete que sabía la lengua portuguesa. 17.-Declaróle el Prefecto su contenido, el cual se reducía a significarle cómo en consideración de lo que varias veces había insinuado a diferentes capi- (39) ToB., 1, 6 y 15.
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