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28 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA en la prisión estos religiosos se hallaba ya el Prefecto enfermo y, mientras duraron las demandas y respuestas con el gobernador del castillo, tuvo tiempo el compañero para sacar cautelosamente todo recaudo para decir misa y tam– bién una ampolla en que tenían el santo Oleo para administrarle, si fuese necesario, diligencia verdaderamente que les fué de sumo consuelo, pues al Prefecto se le agravó la enfermedad y el compañero le dió el Viático y, estando para administrarle la Extremaunción, fué Dios servido mejorase. 13.-Pasaron en esta prisión sumas descomodidades y sólo la paciencia y sufrimiento con la divina gracia pudo hacerlas tolerables; sin embargo, en medio de tanta opresión, tuvieron el consuelo de poder decir misa todos los días el compañero, sin que los herejes lo llegasen a entender. De esta suerte pasaron por espacio de cuarenta días encerrados en la prisión sin tener apenas por donde respirar si no es por una pequeña claraboya, así como Jonás por las narices de la ballena, hasta que fué Dios servido que así como él le vomitó de su vientre, el mismo gobernador de su propio motu les dió licencia y los sacó de la cárcel. Conoció lo mal que había hecho en prenderlos y, arrepen– tido, si no ya temeroso de que se descubriese su tración, por las protestas y reconvenciones que se le hicieron de que quebrantaba la paz con nuestro católico monarca y que no sólo a S. M. le sería de mucho disgusto sino también al Príncipe de Orange y a los estados de Holanda, por excusar el castigo de su delito, les dió libertad y un patache pequeño en que los hizo conducir al río del Benín, que dista del castillo ciento y treinta leguas. Fueron subiendo por dicho río en busca de los compañeros y porque tuviesen consonancia los trabajos alternativamente, los primeros que encontraron fueron tres, y de éstos los dos, que eran los Padres Fr. José de Jijona y Fr. Eugenio de Flandes, tan enfermos y postrados, que dentro de pocos días pasaron de esta vida a recibir el premio de sus buenos deseos y trabajos. Fueron estos dos Padres de muy singulares virtudes (38). 14.-El Prefecto, aún no bien convalecido de su enfermedad, después de darles sepultura, dejó dos religiosos para que cuidasen del otro compañero, y, alentado de su fervoroso espíritu, tomó un compañero y se adelantó para la corte; mandó a los demás que se estuviesen quietos hasta que él les ordenase otra cosa. Llegó, en fin, a la corte del Benín, ciudad grande y populosa, el día de San Lorenzo del mismo año 1651, a donde se halló con más fuerzas por ser mejor el temple y gozar de buenos aires. Solicitó luego la audiencia del rey, y aunque los veedores intentaron trampeársela, como a los primeros, con (38) El P. CAVAZZI, o. c., 352 ss., cuya narración coincide en un todo con la del P. Anguiano, dice que en el término de seis días fallecieron estos dos Padres, José de Jijona y Eugenio de Flandes, cuya muerte tuvo lugar antes del 10 de agosto de 1651 (p. 353), siguiéndoles a los pocos días el P. Tomás Gregario de Huesca.

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