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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 25 omnes, ut non sint in nobis schismata, sitis autem perfecti in eodem sensu et in eadem sententia (35). 5.-Yace, pues, el reino de Benín en la costa de Africa, a siete grados de la línea equinoccial, ~ntes de pasarla y en los mismos que está el Congo después de cortada. Está entre la Guinea, por la parte de la provincia de Dauma, y entre el reino de Biafara; a las espaldas tiene el gran desierto y reino de Zanfara. Para llegar a su puerto de Goto, que suele ser frecuentado de los bajeles de Europa, que pasan a comerciar esclavos y otros géneros, fueron nuestros navegantes costeando la Guinea y, como era preciso detenerse algunas veces, solían llegar a bordo negros de diferentes naciones con algunos frutos y abastos de lo que dan aquellos países. Todos iban desnudos y para subir al navío les hacían los Padres ponerse las capas de los marineros por la decencia. Predicábanles en el modo que podían y les mostraban las imágenes de Cristo Señor nuestro, y ellos, compungidos y reverentes de lo que oían y veían, se ponían de rodillas y daban golpes en los pechos, ejecutando en sí al tiempo de la misa, lo mismo que veían hacer a los soldados católicos. 6.-Después desembarcaron en un pueblo de gentiles que estaban sujetos a un capitán que ellos mismos eligen por su cabeza, el cual ordinariamente suele ser el que ellos juzgan por más alentado y valiente, y aunque está cerca del castillo de La Mina, nunca los han podido sujetar los holandeses, que son los dueños de esta fortaleza. Detuviéronse los Padres en dicha población algunos días mientras el capitán se proveía de leña y agua. En el ínterin, para dar luz a aquellos idólatras de la fe santa y católica, se ocuparon en predicarles y dieron principio a una breve misión con una procesión que hicieron por todas las calles con la imagen de un santo Crucifijo, cantando las letanías y suplicando a su Majestad divina, por su muerte y pasión, fuese servido de dar logro a sus deseos y abriese los ojos del alma a aquellos bárbaros, para que se lograse también en ellos el precio inestimable de su preciosísima sangre, poniendo por intercesores a María Santísima y a los santos, para recabar de su clemencia infinita esta misericordia. 7.-Apenas se comenzó la procesión cuando empezó a seguirlos todo el pueblo, ejecutando uniformemente cuanto veían hacer a los cristianos. Acabóse la procesión y luego inmediatamente se juntaron los naturales en su concejo o ayuntamiento y acordaron suplicarles a los Padres que se quedasen con ellos en su población pues ya todos se habían resuelto a hacerse cristianos, movidos de Dios y de su santo trato y ejemplo, o por lo menos que se quedase alguno de ellos que los instruyese en los misterios de la fe católica y les administrase el santo bautismo. Llegaron con esta súplica al Prefecto, y él, alabando sus (35} 1 Cor., l, 10.
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