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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA .Y SIERRA LEONA 17 al Papa, los cuales fueron gustosos con la esperanza de ver presto una cosecha espiritual muy cuantiosa (19). 11.-Llegaron todos a Matamba, corte de la Zinga en su nuevo reino, y recibió sumo gozo cuando supo iban con su hermana Capuchinos; para sus vasallos semejantemente fué su llegada de grande júbilo y alegría; recibiéronlos como ángeles enviados de Dios para remedio de sus almas, y como: Paratum cor ejus sperare in Dom ino, conffrmatum est cor ejus (20), al instante comenzó la reina a dar muestra de arrepentimiento de su mala vida pasada; entrególes a los religiosos los trastos con que hacía los hechizos y el ídolo de su mayor estimación por el cual le daba el demonio oráculos y con quien consultaba todas sus operaciones, que era un cofrecillo de plata en que tenía los huesos de su hermano el rey difunto. Al tiempo de entregarlo, les dijo a los Padres que los quemasen o arrojasen o hiciesen de ellos lo que quisiesen, pero que les advertía que aquella acción era lo más heroica que le parecía podía hacer en señal de su fe y firmeza en la religión católica. Tomaron los Padres los huesos y los hicieron ceniza y ésta la esparcieron por el aire. De la arquilla de plata mandó la reina se hiciese una lámpara que ardía desde entonces delante de la imagen del santo Crucifijo por quien tantas dichas le vinieron, el cual colocó en una capilla que hizo fabricar y la tuvo siempre con suma decencia y reverencia. 12.-Los vasallos, ilustrados de Dios y movidos del ejemplo de su reina, traían a los pies de los religiosos los ídolos y alhajas supersticiosas y los arro– jaban en el fuego como instrumentos de su perdición, y, dejada su nativa crueldad y fiereza, arrepentidos de su mala vida pasada y con lágrimas en los ojos, pedían de rodillas el agua del santo bautismo. Dejaron los amanceba– mientos y se casaron todos según el orden de la Iglesia, siendo en todo la primera la reina y después doña Bárbara, su hermana, la cual, por estar bien instruída de los nuestros de Loanda en la fe y buenas costumbres, fué de grande importancia para catequizar aquellas gentes. Por todo lo cual podemos decir con el santo rey profeta: Beata gens cujus est Dominus Deus ejus, popu– lus quem elegit in haereditatem sibi (21). 13.-Escribieron después los misioneros al Prefecto del Congo dándole noticia de todo lo que pasaba en Matamba, del celo santo de la reina y del gran fruto que cada día se iba haciendo en aquellas almas, el cual fué tan copioso que en pocos meses habían ya bautizado más de nueve mil personas y hecho más de quinientos casamientos. Fueron prosiguiendo en su trabajo los (19) Cfr., para todo lo que aquí se dice y cuanto sigue, CAVAZZI, o. c., 376 ss., y CESINALE, o. c., 601 ss.; véase también lo dicho en la introducción. (20) Salm. 111, 7. (21) Salm . 32, 12.
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