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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 15 Yo escojo desde luego a N. por marido, y cada uno de vosotros quiero que elija libremente una sola mujer y que las demás mancebas las eche de sí y se ajusten al matrimonio con los hombres que mejor les estuviere, pero cada una con uno solo, y las que a esta ley no quisieren ajustarse y vivieren aman– cebadas, y lo mismo los hombres, las mandaré castigar con rigor.» Este fué el razonamiento de la prudente reina, y aún juzgo quedo corto en significar la energía y elocuencia con que la represento, pues fué discretísima y la luz del Espíritu Santo la dió lengua y razones eficaces para robar las voluntades de todos sus vasallos, de calidad que todos a una voz aclamaron su resolución y respondieron la obedecían y servirían puntuales en cuanto les ordenaba como con efecto sucedió. 6.-Aquí se ve manifiestamente cuán poderoso es el ejemplo de los reyes y superiores para mover a los vasallos y súbditos al bien obrar y lo mucho que importa para la reformación de la vida el que sean ellos los primeros que empiecen a obrar el bien que deben y persuaden con las palabras. Dió la razón Plinio con ser gentil y la experiencia lo muestra a cada paso : Nam vita principis censura est, eaque perpetua; ad hanc dirigimur, ad hanc convertimur; nec tum imperio nobis opus est quam exempli, quippe infidelis 1·ectomagíster extructus; melius homines exemplis docentur (17). Son los príncipes y supe– riores los espejos en quienes se han de mirar los inferiores, y éstos les clavan la vista para imitar sus acciones, así en lo bueno como en lo malo, y según su movimiento se suele mover toda la máquina racional de su monarquía. 7.-En ella les toca lo que a los ojos respecto de los demás miembros del cuerpo humano, a quien con razón llamaron los antiguos microcosmos, que quiere decir mundo pequeño. Ellos presiden y tienen su asiento en la parte más superior, y, si no es ellos, todos los demás miembros son ciegos por naturaleza, y así conviene que sean claros y tengan la luz suficiente con que puedan gobernar debidamente a los inferiores. De esta metáfora usa Cristo Señor nuestro en su Evangelio y por ser tan esencial este aviso y tan venerable su doctrina, no será ocioso el repetirlo. «La antorcha -dice- de tu cuerpo, son tus ojos; si éstos fueren clams y limpios de malos humores, todo el cuerpo será claro y cristalino; mas si estuvieren infectos y viciados de alguna mala cualidad, todo el cuerpo será tenebroso y oscuro. De donde infiere luego que si lo que debe ser todo luces, como los ojos, es tinieblas, ¿cuántas y cuáles serán las de los miembros del cuerpo en que presiden, pues no tienen otras que las que de ellos mendigan? 8.-Asimismo, si los ojos y lumínares de las repúblicas carecen de luz, están en manifiesto peligro de dar en muchos precipicios, y con ellos, sus (17) PLINIO, en Panegyr. ad Trajanum.
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