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14 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA observemos su ley santa; para esto conviene primeramente hacernos cristianos y dejar los vicios y malas costumbres en que nos hemos criado. 3.- »Yo quiero hacer paces con los que siguen esta santa ley y tratar con toda diligencia de la paz verdadera de nuestras almas, la cual sin la fe y observancia de los divinos preceptos, conforme lo hacen los buenos cristianos, no se puede conseguir. Yo no quiero más guerras ni pasar a nuevas conquistas, sino hacer asiento en este reino y fundar en él ciudades y pueblos en donde todos vivamos ordenadamente y tratemos de salvar nuestras almas; por lo cual envío ya a pedir misioneros capuchinos que vengan a bautizaros y a enseñaros los misterios de la fe y las buenas costumbres de la Religión católica. El príncipe de ella en la tierra es el Pontífice Romano; a éste, como a padre común, escribo para que nos ampare y reciba en el número de sus hijos obedientes, y no dudo que mirará por nosotros con el amor y clemencia que mira por cuantos desean salvarse y vivir como verdaderos cristianos. Demás de eso le suplico nos envíe número suficiente de Capuchinos que nos instruyan en la santa fe y buenas costumbres, como se los ha enviado a otros reyes nuestros vecinos; y pues Dios fué servido dármelos a conocer y que por su medio recibiéramos la primera luz de lo que nos convenía para nuestra salvación y ellos se ofrecieron a asistirnos en avisándolos yo, conviene nos dispongamos y que hagamos de nuestra parte lo que debemos para que se logre su trabajo y consigamos nuestra mayor dicha. 4.-»Ante todas cosas nos han de mandar que adoremos un solo Dios, trino y uno, criador de cielo y tierra, y que a él sólo sirvamos y reverenciemos, arrojando de nosotros los ídolos que hasta aquí hemos tenido por dioses. Por tanto, os mando que de aquí adelante nadie dé culto o adoración sino sólo al Dios verdadero, ni siga otro medio de vida sino el que enseña la Religión católica romana y sus verdaderos ministros. También nos han de prohibir que no matemos criatura racional ni comamos su carne por ser contra toda razón y cosa ajena de racionales y sólo propia de fieras. Así, pues, ordeno que ninguno, so pena de muerte y de mi indignación, se atreva en adelante a cometer semejante atrocidad y delito. Después de esto nos mandarán que dejemos los amancebamientos y tmpezas en que vivimos y que cada hombre no tenga sino una s.ola mujer y cada mujer un solo marido, para que así vivamos en santo matrimonio y cada uno conozca sus hijos y los críe y alimente. 5.-»0rdeno, pues, que todos mis vasallos dejen las concubinas y que se casen según Dios y la Iglesia Romana tienen dispuesto; y para daros ejemplo de lo que debéis hacer, yo quiero ser la primera en casarme y elegir para marido un solo varón. Es verdad que hasta ahora he tenido muchos galanes por vivir conforme a la maldita costumbre de mis antepasados, pero también lo es que jamás he tratado con ellos lascivamente sino con uno solo; los demás les he permitido andar a mi lado sólo por ostentación y grandeza de mi persona.

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