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8 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA a buscar la imagen sagrada y la encontró en el mismo sitio, y, tomándola reve– rente y arrepentido, se la trajo a la reina y le refirió el suceso. 14.-Apenas la tomó en la mano la Zinga, cuando, llena de admiración, prorrumpió en estas palabras: «Este es el retrato del verdadero Dios a quien adoran y sirven los cristianos». Guardóle con estimación y comenzó a sentir en su alma nuevos y más ardientes deseos de su conversión a la fe. Hirió su corazón el divino dueño con la saeta eficaz y penetrante de su santo amor y temor, y, sin esperar nuevos llamamientos, correspondió puntual a éste, de calidad que se resolvió desde luego a dejar sus vicios y errores y comenzó a solicitar los medios más oportunos para convertirse a la fe de Cristo. Por este tiempo llevaba ya en buen estado la conquista del reino y, antes de concluirla, se anticipó a cumplir la palabra que les dió en Huandu a los Padres Fr. Fran– cisco de Veas y Fr. Buenaventura de Corella de que los buscaría en hallándose desembarazada de guerras, porque deseaba tenerlos consigo y gozar de su doctrina en tiempo de mucha paz (13). 15.-Escribió al Prefecto del Congo pidiéndole misioneros y él la respondió la serviría con los que pudiese, pero que, respecto de no tener el número sufi– ciente para todo el reino, suplicaba a S. M. recibiese los dos (14) que le envió entonces y que pidiese por sí misma otros al Sumo Pontífice. Hízolo así y escribió a Su Santidad y al General de la Orden, tomándole por padrino para este negocio y que su pretensión tuviese más breve efecto. Remitióle las cartas al Prefecto y con ellas y los informes de todo, mandó se partiese para Roma el P. Fr . Antonio María de Monteprandone, según ya dijimos, y habiendo hallado embarcación en Loanda, se hizo a la vela para Europa. Llegó a Roma y presentó las cartas de la Zinga y con la brevedad posible mandó Su Santidad socorrer de operarios a la reina y juntamente al rey de Mococo, que los había pedido con iguales ansias de admitir en su reino la fe católica (15). 16.-Para ambas misiones envió la Sacra Congregación doce de los nuestros, (13) El P. CAVAZZI,o. c., 378, nos refiere también la historia de este Crucifijo, que, según él, fué encontrado en el saqueo de una casa convertida en iglesia y lle– vado luego al general de la Zinga ; refiere también cómo fué recibido en la corte con los mayores honores . (14) Tenía esto lugar en 1651. Cuando estableció las paces con los portugueses, pidió que éstos le remitiesen a su herm ana doña Bárbara, que tenían pri sionera, Y asimismo Capuchinos para instruirse en la fe, siendo entonces enviado el P. Antonio de Gaet a (CAVAZZI, o. c., 379). (15) Efectivamente, el P. Antonio María de Monteprandone regresó a Europa por motivos de salud llevando esos encargos del Pref ecto del Congo, P. Jenaro de Nola. La Congregación, con fecha 6 de mayo de 1653, destinaba a la misión de la Zinga ocho misioneros; y con fecha 13 de octubre del mismo año, catorce con destino al Congo y para que se fundasen las nuevas misiones de Micoco y Zinga (cfr. CESINAI.E, o. c., 597, nota 1; véase también lo que sobre esto hemos dicho en la introducción).
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