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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 113 Pablo Jerónimo de Fregenal, el P. Fr. Ignacio de Canarias, el P. Fr. Basilio de Cabra, el P. Fr. Eusebio de Granada, el P. Fr. Diego de Rute y el Hermano Fr. Jerónimo de Antequera, religioso lego, de los cuales los dos últimos mu– rieron antes de comenzar la misión, y los demás vivieron poco tiempo en ella, excepto el P. Fr. Pablo Jerónimo de Fregenal, que la mantuvo hasta el año de 1675 poco más o menos. 4.-Partieron dichos Padres desde Cádiz para Canarias, adonde se detu– vieron más de un año por falta de embarcación. En el ínterin se emplearon en hacer misión por aquellas islas vecinas, cogiendo copiosos frutos en las almas. Al fin del año les proveyó Dios de embarcación y con tales circuns– tancias que no podían dudar ser enviada con particular providencia suya, pues, estando esperando de día en día embarcación para proseguir su viaje y teniendo librada su esperanza en el arribo de algún bajel de católicos que aportase a aquellas costas, no obstante que la concurrencia es frecuente, en todo el año hubo forma de conseguir alguno, hasta que habiendo dado una labor suficiente a las islas, dispuso nuestro Señor llegase cierta escuadra de bajeles de Ingla– terra al puerto que llaman de Santa Cruz. 5.-Tuvieron noticia de su arribo los religiosos, mas no adelantaron nada en sus esperanzas porque, sobre ser navíos de guerra y no dedicados al co– mercio, el general y todos los soldados eran herejes y consiguientemente ene– migos declarados ·de la Iglesia Romana y de sus católicos ministros. Pero, ¡oh Dios grande!, apenas llegó el Conde de Puertollano, gobernador entonces de las Canarias, a proponérselo al general inglés, cuando se ofreció a llevarlos a Guinea o a la parte que quisiesen sin tener por ello la menor dependencia que le motivase o extraviarse tanto de los mares de Europa. Con esta ocasión tan de la mano de Dios hicieron los misioneros su viaje y fueron a desembarcar a un puerto del reino de los Coellas o Cocolis, que es de los que pertenecen a Sierra Leona y donde se hallaba entonces plantada la misión, cuya población se llama Tumbá. Dejáronlos allí y pasados algunos días se despidieron, quedando los Padres con el justo reconocimiento por el beneficio recibido, el cual algunos años después fué compensado por medio de uno de los que le recibieron con otra acción no menos heroica ni de menor providencia de lo alto, ejecutada con otros de la misma nación inglesa, según adelante veremos y puede notar el piadoso. 6.-Hubo en este viaje muchos y raros sucesos, demás del referido, cuya noticia pudiera servir de no poca edificación, pero son tan regulares a los misio– neros y tan frecuentes, que pasarán plaza de comunes, respecto de haber men– cionado varias veces otros semejantes a ellos e ir buscando también con la brevedad la diversidad, que es sainete sabroso aun para los más estragados paladares. A uno en particular nos llama la atención, cuyas circunstancias le
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