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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 105 pero no lo pudo conseguir y así las dejó al gobierno del impulso que las movía (108). 13.-Con este prodigio ya se deja conocer que quiso Dios solemnizar su triunfo glorioso más que celebrar sus exequias fúnebres, pues para éstas son los toques tristes y lúgubres, y para publicar un triunfo, y más de un alma que sube a coronarse de gloria a la patria celestial, claro está que había de ser al modo festivo y al tono de los ángeles. Acabóse la ceremonia del entierro dejando el venerable cadáver en el se– pulcro al lado del Evangelio. Pasó después algún tiempo y ofreciéndose mudar la capilla mayor a la parte contraria, acortaron la iglesia, de modo que vino a quedar descubierto aquel espacio que servía entonces de capilla mayor. Con esta ocasión se borró de la memoria de los vecinos de Cacheo el sitio de la sepultura de nuestro Venerable Padre. Llegaron ansiosos de buscar sus reliquias el P. Fr. Antonio de Trujillo, Prefecto de la última misión, con otros compa– ñeros hijos de esta Provincia de Castilla, y, sin embargo de haberse llevado hombres prácticos y testigos de aquellos tiempos, por más diligencias que hicieron, no pudieron encontrar ni el sepulcro ni el cadáver, verificándose aquí lo de Moisés: Et non cognovit homo sepulturam ejus usque in praesentem diem (109). 14.-Dedicóse luego el sitio referido para sepultura común de pobres a quienes, por no tener medios y ser esclavos, los entierran en este cementerio. Son ya muchos los que se han enterrado en él, con que es casi imposible el hallar el cuerpo del santo Padre, si no es manifestándose Dios con algún nuevo prodigio. Aquí se me ofrece un devoto reparo que no excusaré hacer, siguiendo la misma frase : que pues el cielo celebró con señales de alegría sus exequias, (108). El P. Serafín fué sepultado no en la iglesia de la Asunción, sino en la de San Antonio, donde asimismo reposaban los restos del P. Antonio de Jimena; así lo afirma a su vez el P. Faro diciendo : «Su cuerpo está sepultado en la iglesia de San Antonio de dicha población (de Cacheo» (lbid.). Y por lo que hace al milagro aquí referido de que las campanas se tocaron por sí mismas, no obstante el repetido mandato del sacerdote, que una y otra vez ordenó al sacristán no las tocase, fué comprobado por el Notario eclesiástico, Vicario y Visitador general del Obispo de Cabo Verde, quien el 22 de mayo de 1666 hizo comparecer ante él a los principales señores de Cacheo, les exigió juramento de decir la verdad y todos unánimemente afirmaron que así había sucedido y habían visto y que de este mila– gro habían sido testigos cuantos se hallaban presentes (NrcoLAUS CoRDUBENSIS, o. c., 82). Cfr. en el apéndice tercero los documentos oficiales sobre este milagro . (109) No fué el P. Antonio de Trujillo, sino los PP. Teodoro de Bruselas y Ba– silio de Cabra los que quisieron traerse a España los restos de los PP. Antonio de Ji– mena y Serafín de León, pero no pudieron hallarse «por no saberse con certeza dónde se encontraba por haberse cambiado la iglesia, no obstante haberse cabado en parte». Así lo testificó el Notario eclesiástico el 22 de mayo de 1666 (Nrc . CoRDUBENsrs,o. c., 83). Cfr. en el apéndice tercero los documentos oficiales sobre ello.

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