BCCCAP00000000000000000000226

90 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA se trajo luego a Lisboa, bien que no he podido averiguar otras circunstancias del caso ni adónde para hoy dicha imagen. El caso es tan singular que pedía especial ponderación, pero detiene el vuelo a la pluma la falta de noticias. Demos, empero, las que no ha podido borrar el tiempo y han quedado escritas en·la memoria de los hombres y habitadores de aquel pueblo de Cacheo y de otros comarcanos. No con menor veneración se conserva en la isla de Cabo Verde la memoria de otro religioso capuchino, insigne misionero, flamenco de nación, que se ocupó muchos años en reducir a la fe católica a los herejes ingleses y holan– deses de aquellas factorías que tienen estas naciones por aquellas partes, y, aunque le fué preciso andar en hábito de seglar y acomodarse a servir en las fortalezas para lograr la ocasión de ganar almas, procedió en esto con tal mo– destia y recato, que obtuvo siempre en vida y después de muerto fama común de santo. Al presente conservan muchos vecinos de Cabo Verde algunas de sus alhajillas por reliquias. De uno y otro siervo tuviéramos mucho que decir si en los Padres que les sucedieron después hubiera habido cuidado en examinarlas; pero la turbu– lencia de los tiempos y la solicitud de su ministerio, no les daba lugar para entender en tan piadosas diligencias (91). 3.-Muerto el P. Antonio de Jimena, según se ha dicho, quedó solo eÍ P. Fr. Serafín de León en Guinea. Con su trato y la experiencia que dió el tiempo a los portugueses, se acabaron de desengañar de sus imaginadas preven– ciones de guerra. Habiendo, pues, tomado otro semblante las cosas y recorrido las poblaciones de Gambia y Arrecife, se dedicó todo a las provincias y reinos de gentiles de Sierra Leona, y, en el espacio de diez años que vivió en aquellas partes, convirtió a nuestra santa fe católica innumerables almas. Escribió el santo Padre varias cartas a España desde Sierra Leona, y todas o las más se debieron de perder, según él mismo lo indica en la siguiente, que es copia de una que escribió al P. Fr. Angel de Valencia, Prefecto que fué de la misión del Benín y de quien hemos hablado varias veces (92). Esta carta consuena con lo que dice en la ya referida su mejor cronista, el P. Fr. Antonio d~ Jimena, y nos dirá en otra más adelante .el siervo de Dios Fr. Agustín de (91) Lo que podemos afirmar por testimonio de otros dos Padres m1S1oneros que a Guinea llegaron más tarde, Teodoro de Bruselas y Basilio de Cabra, es que en mayo de 1666, al tratar de volver a España, quisieron traerse consigo los cuerpos o reliquias tanto del P. Antonio de Jimena como del P. Serafín de León; pero no pudieron dar con ellos, como consta del testimonio de un sacerdote y escribano eclesiástico, dado el 22 de mayo de dicho año y que el P. Córdoba copia al pie de la letra (Brevis notitia , 82-3), y que reproducimos en los apéndices. Véanse en la introducción otras noticias del P. Jimena. (92) Cfr. el cap . III.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz