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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 65 9.-Partió, pues, el Prefecto con sus dos compañeros y demás a más llevó consigo a los Padres Fr. Antonio de Jimena, Fr. Blas de Ardales y Fr. Juan de Vergara, para dejarlos en el puerto y población de Sanguirigu. Metiéronse todos en la lancha del navío y al fin de dos días llegaron a dicho puerto, adonde se quedaron los tres, y el Prefecto con sus compañeros prosiguió desde allí su viaje por tierra, por no haber hallado embarcación para pasar el río Casamansa, y también servir de algún consuelo espiritual a los cristianos que hallaron en los pueblos vecinos. Desde Sanguirigu fueron a Bichengor y a Cacheo, adonde llegaron a 19 de enero, tardando en el viaje 17 días. En Cacheo supieron se hallaba una fragata con la noticia de que el obispo había ya muerto, siendo de edad de ciento y veinte años, y asimismo cómo se hallaban en ella dos canónigos que el Capítulo, Sede vacante, de la catedral de Cabo Verde, había enviado, al uno con el título de Vicario General de Cacheo, y al otro con el de Visitador de aquel partido. Detuviéronse allí los Padres algunos días para mostrar sus despachos a dichos capitulares, y, después de varios sucesos, se movió la persecución contra ellos y los demás misioneros, que adelante veremos, siendo el autor Satanás, que no podía ya sufrir la batería que le hacían tan esforzados militares de Cristo, y el pretexto, las actuales guerras de Castilla y Portugal. 10.-Volviendo, pues, a la Barra la nao con los Padres que dejamos en Jelufer esperando la palabra y permiso del rey, se dispuso que se quedasen en Jelufer los Padres Fr. Luis de Priego y Fr. Juan de Sevilla, continuando las confesiones, bautismos y doctrinas comenzadas, y el P. Vice-Prefecto con Fr. Andrés de Sevilla prosiguieron su viaje a la Barra. Fué maravilloso el fruto que hicieron en Jelufer los dos Padres, los cuales hallaron aquella corta cristiandad tan de mala calidad, que apenas había quien supiese persignarse. Trabajaron mucho en doctrinarlos y a la fama de su predicación acudieron también muchos cristianos de las aldeas y poblaciones vecinas, que jamás se habían confesado. Unos y otros, excepto el bautismo, tenían el mismo norte de vida que los' gentiles, pero con la labor evangélica que se les dió, se redu– jeron a penitencia y a vivir como buenos cristianos, pues aunque la lengua les desayudaba, con todo eso entendían algo de la portuguesa y en ella se explicaban como mejor podían. 11.-Ya repartidos los religiosos en diferentes poblaciones, llegó el Vice– Prefecto y su compañero con el navío al puerto de la Barra, en el cual y en el de Combo, vecino a él, se detuvieron . cuatro semanas, sin poder despachar por la gran flema con que negocian aquellos reyes negros. En este espacio de tiempo confesó el P. Viceprefecto a los cristianos que halló en ambos puertos y bautizó ocho niños solemnemente el día de San Sebastián. Todos éstos eran negros, y así por la cortedad del tiempo como por la rudeza de los adultos y poca seguridad ~n la perseverancia, omitió el bautizar a éstos hasta
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