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56 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA periculo lucrum vidit. Damasci autem ideo periculo subtraxit semetipsum quia nullum periculi ipsius arbitratus est fructum (60). 11.-0frecióse por este tiempo la ocasión de estar ya para partir dos bajeles de holandeses; entraron en ellos los Padres, tres en cada uno, que son los que habían quedado con vida (61). En el uno se embarcaron el Prefecto, el P. Fr. Carlos de los Hinojosos y el Hermano Fr. Cipriano de Madrid, religioso lego; y en el otro, los Padres Fr. José de Nájera, Fr. Agustín de Villabáñez y Fr. Atanasio de Salamanca; estos últimos prosiguieron su viaje hasta Caracas, adonde se incorporaron en la misión que tiene allí la Orden. El Prefecto y sus dos compañeros, siguiendo el mismo rumbo, se hicieron al mar a tiempo que se hallaba indispuesto; y, antes de llegar a la isla que llaman de Anago, que está a un grado de la línea equinoccial, murió. Fué hombre verdadera– mente ejemplar y digno de eterna memoria por sus virtudes; y de él y de sus compañeros se cree piadosamente fueron a gozar el premio eterno corres– pondiente a su santa vida y celo admirable de la salvación de las almas (62). 12.-Prosiguieron los dos compañeros su viaje y en el espacio de noventa y tres días que tardaron en llegar a la isla de Curazao, se ofreció enfermar de muerte un holandés de los que servían en el bajel. Este, tocado de Dios, le pidió al P. Fr. Carlos de Los Hinojosos le confesase y reconciliase con la Iglesia Romana; hízolo y procuró disponerle lo mejor que pudo para el último trance. Sintiéronlo mucho los demás herejes y procuraron suvertirle con grande eficacia, pero perseveró constante con la ayuda de Dios y de los religiosos y murió con grandes muestras de verdadero católico, dejando en su testamento señalada una cantidad de dinero para limosna de misas y sufragios por su alma, que después se dijeron en Caracas. El capitán del navío sentía mal de su secta y deseaba convertirse a la fe católica romana, pero en lo exterior (60) S. IsmoR., Lib. I. Sent. , cap. 26. (61) Los seis misioneros supervivientes no se embarcaron todo s ni en el mismo barco ni tampoco en la misma ocasión. Los PP. Agustín de Villabáñez y José de Ná – jera con Fr. Cipriano de Madrid, antes de embarcarse, intent aron probar fortuna en el próximo reino de Popó, aunque el P. Nájera nada nos dice de ello; sí en cambio la relación de los PP. Carlos de Los Hinojosos y Atan asio de Salamanca, ya citada (Cfr. mi artículo Misión capuchina al reino de Arda). Por lo mismo los tres mencionados reli– giosos se embarcaron después y en distinto barco que lo hicieron los otros tres : el Viceprefecto, el P. Carlos y el P. Atanasio . (62) Sin duda que el P. Anguiano quiso añadir aquí otro número o quizás otro capítulo para ref erir la vida de los reli giosos que murieron en total en dicha misión; por eso en el original de su interesante manuscrito (fol. 212v) puso esta nota mar ginal: Vida y virtudes del Padre Fr. Luis Antonio de Salamanca y de sus compañeros Fr. Ma– nuel de las Canarias, Fr. Basilio de San Martín, Fr. Francisco de Ciudad Rodrigo, Fr. Benito de Tuy , Fr. Bernardo de Santiago, todos Predicadores. De ahí podemos deducir que fueron los cinco últimos los que fallecieron en Arda al poco de llegar. La navegación de los que se embarcaron con el Prefecto duró solamente nov enta y y tres días; en cambio , la de los otros fué de once meses, y muy penosa, como re– fiere el propio P. Nájera (Cfr. infra, n. 16).

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