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QUINTA Pronunciar bien Siendo el orador sagrado en la materia que trata (cuando la predicación no es exclusiva– mente para sacerdotes) muy superior a sus .oyentes, debe hablar siempre despacio, aco– mo.dándose. a ellos, como hace la madre cuan– do va de paseo con su pequeñín, llevándo.lo de la mano. .Su caminar no es el suyo, sino el de ·su hijo. Hacer lo contrario sería 'arrastrarlo y atormentarlo crqelmente. El pueblo que oye es siempre un discípu– lo, aunque sean ;intelectuales los que entpn– ces ·lo ,componen; y el predicador es un maes– tro, que hace bajar la ciencia de Dios al nivel de su auditorio. Hablarle con celeridad, es ofuscarlo.

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