BCCCAP00000000000000000000215

der a Dios un hombre, haciendo lo irreme– .cliable. Así como la Iglesia en el Orden Sacra– mental suple, a veces, la falta de jurisdicción del sacerdote, Dios suple, también, en este caso las deficiencias del predicador. Sobre aquel sermón plagado de frases in– correctas, verbos y adjetivos inadecuados y párrafos sin terminar, está aleteando el· Es– píritu de Dios, escribiendo recto sobre falsilla .torcida y convirtiendo la palabra desordena– da de aquel buen ministro suyo, en un haz de saetas encendidas que conmueven y electri– zan al auditorio. Es que entonces en vez de llegar la pala– bra de Dios al oyente pasando por el predi– cador, sucede lo contrario; la palabra del pre– dicador llega al oyente, pasando antes por Dios, que la ordena y la transfigura, dándole ·eficacia divina. ¡ Cuántas almas piadosas adelantan rápi– damente en la perfección oyendo pláticas im– perfectas ! ¡ Cuántos cristianos han derramado .lágrimas de arrepentimiento, oyendo un ser-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz