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-98- que desde ahora sepa el joven aspirante, que su baga– je científico, sea mucho o sea poco, permanecerá en la misión el mismo exactamente que llevó a ella. · Iniciarse en nuevos métodos o dedicarse a nuevas ciencias, es allí punto menos que imposible y no queda otro remedio que aprovechar o a lo menos desarrollar los conocimientos ya adquiridos. Muchas veces no se dan a estas cosas la importancia que merecen. Se ha llegado ya al sacerdocio ... ¿qué otra cosa puede nece– sitarse para ser misionero? Para el común de los aspirantes ninguna más. La masa, la mayoría de todas las clases sociales está for– mada para un nivel ordinario general. Pero todos sabe– mos que hay puestos que necesitan algo más. En las misiones ha de haber Superiores, Profesores, Directores de Seminarios y Colegios, geógrafos, naturalistas, his– toriógrafos... etc. Algunos han de ser elegidos Vica– rios Generales y Obispos. ¿No habrá derecho de exi– girles a estos una ciencia superior a la ordinaria y co– mún, so pena de exponerse a perder gran parte de su prestigio y de su autoridad? Si en la mayor parte de los Institutos y Colegios misionales el programa de estudios puede terminarse y de hecho se termina a la edad canónica en que es ordenado sacerdote, muy bien podrían enviarse los me– jores alumnos a las Universidades y Escuelas Superio– res con el fin de especiulizarse en alguna materia que haya de ser de mayor utilid:.id para los misioneros y al mismo tiempo para la misión a la que han de ser desti– nados. Así lo hacían los antiguos misioneros y así lo hacen hoy algunas Ordenes e Institutos religiosos con

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