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-79- impedirles el que beban a grandes tragos de las fuentes purísimas de este santo entusiasmo? 3. 0 Entusiasmo de mala ley.-No puede sin em– bargo decirse lo mismo, cuando el terreno crece sobre · terreno sospechaso. Tal sería, por ejemplo, aquel que se alimentase de novelas, de cuentos llenos de finjidas aventuras, excursiones y viajes extraños y maravillosos aunque todo esto haya sido escrito con un fin noble, moral y santo. Tales lecturas no son para aconsejarse a un jóven aspirante a misionero, sino a título de disfrac– ción y descanso o también para estimular y enriquecer su imaginación; pero, pobre de él, si su vocación se moldease al contacto de los protagonistas de semejan– tes lecturas. Muy pronto había- de experimentar las más amargas desilusiones, tal vez antes de llegar al término de su viaje. «Las pasiones humanas pueden empujamos a dejar la familia, 1a patria, todo lo que hay de más santo y querido sobre 1a tierra; pero la constancia hasta el fín de la vida, b actividad incansable, el espíritu de inicia– tiva, el ánimo ante las dificultades, la calma para so– portar las fatigas físicas y morales, los viajes llenos de incomodidades, la intemperie de las estaciones, la dure-· za de los climas, el adaptarse a las diversas necesida– des de infieles y cristianos y sobre todo 1a caridad ac– tiva, no pueden brotar sino de una vocación bien fun– dada, bien madura y bien amada. Sólo en este caso e& capaz de las 'más grandes y heroicas empresas y após-

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