BCCCAP00000000000000000000185

-76- cerá entonces que sus sueños de rosa y su apostolado ilusorio no existían sino en su imaginación exaltada por la fiebre de sus pocos años. 4. 0 Las enseñanzas de un gran Santo.-Es muy instructivo a este propósito lo que en cierta oca– sión escribía San Francisco Javier: «Las palabras del Divino Maestro. «Qui odit animam suam in hoc mundo,in vitam aeternam custodit cam:» encierran de ordinario una verdad que habla claramente al alma; pero cuando llega el momento de ponerla en práctica, cuando se trata de morir por Dios, entonces, a pesar de toda su claridad, se hacen oscuras; y si en esa hora, Dios miser:cordioso no nos ayuda con gracias especia– les, la fragilidad humana aparece en toda su deplorable desnudez.)) Y nótese que el que esto dice es uno de los más grandes apóstoles, que ha tenido la Iglesia. ¡Oh, los hermosos sueños juveniles, de cadenas, garfios, azotes, martirios, forjados sobre las blandas almohadas de los lechos del colegio o Seminario por al– gunos de los aspirantes a misiones! ¡oh, poético paraíso de tierras misionales, levantado a través de las páginas de algunas narración romántica encontrada en algún li– bro o revista de episodios de misión! Paraíso, es ver– dad, pero paraíso perdido, donde el único camino de salvación, es, ::orno en todas partes, lo mismo en el Seminario, que en la Parroquia, que en el Convento, armarse bien de amor de Dios, de fe, de esperanza y sobre todo de Santa resignación.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz