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-237- Si, pues, el nuevo misionero tiene la fortuna de vi– vir al lado de un compañero ya práctico en las costum– bres del país, escúchelo y obedézcale con la atención y docilidad de un dü,cípulo. Si, por el contrario, está sólo, consulte cuando pueda con alguno de los suyos, o al menos, aguce los ojos de la prudencia y de la fe para darse cuenta de lo que está permitido y de lo que no lo está. En todo caso absténgase de todo lo que lle– ve alguna sombra de mal o pueda escandalizar, aunque no sea sino a los ignorantes y pequeños. Sean las hermosas palabras de San Pablo, «omnia mihi licent, sed non omnia expediunt» el lema de tu vida ordinaria durante el aprendizaje misional y no ten– drás nunca de qué arrepentirte. 2. 0 -Cómo distinguen los paganos un ministro del error y un ministro de jesucristo.-Pero hay además otras razones que nos imponen el buen ejem– plo, como norma de nuestra conducta. Jesús dijo en cier– ta ocasión a sus apóstoles: «Vosotros sois la luz del mundo. Procurad que resplandezca vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y así glorifiquen a vuestro Padre, que está en el cielo.» Y en otro lugar les hace esta afirmación: «Los hijos de las tinieblas son más prudentes, que los hijos de la luz.» En el país de misiones no sólo se encuentran paga– nos, para los cuales el menor rayo de luz, que saliera de vuestra lámpara, bastaría para que formasen en der-

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