BCCCAP00000000000000000000185
-235- Y no has de creer por eso, oh joven misionero, que eres en la casa del Señor el hombre postergado, olvida– do de todos y condenado al ostracismo; no, eres.mucho más de ío que piensas, un verdadero «espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres»; a estos sobre to– do. Tus palabras, tus acciones, tus :movimientos servi– rán de comentario a todos los vecinos y, como Baltasar, serás puesto sobre la balanza y pesado con minuciosi– dad. Unos dirán que eres Elías, otros que Isaías y otros que alguno de los profetas y ¡ojalá así lo fueses!; pero también podría suceder, que cualquiera imprudencia de tu parte, cualquier gesto inconsiderado te ganase el tí– tulo de ligero, soberbio, ridículo, impaciente, inmorti– ficado y en tal caso te verías ya inutilizado, aun antes de haber podido dar pruebas de tu valer como apóstol. Un misionero antiguo y ya conocido por el pueblo, puede permitirse ciertas pequeñas licencias y libertades sin mayor peligro de escándalo o admiración. Se le per– dona todo con facilidad porque se le conoce, o al menos podría justificarse y encontrar una atenuante, en su con– ducta bien conocida y ordinariamente correcta. Pero el nuevo misionero no tiene nada de esto. Así como entre nosotros se tiene un concepto exa– gerado del fervor y de la piedad de los neófitos, así en los paises de misión se cree, que un apóstol que llega de tan lejos y de lugares donde el cristianismo cuenta ya veinte siglos de vida, debe ser necesariamente un santo, un hombre impecable, en suma, un angel en cues– tión de virtud. Y es por eso precisamente que lo han esperado con tanta ansia, lo han recibido con tanta ale-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz