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-226- 3. 0 Primer consejo: prepara tu pequeño baga– ge antes de salir.-Cuando Jesús aconsejaba a sus discípulos, que no llevaran para el camino ni oro, ni plata, ni alforjas cargadas de alimento, sino que fueran con una sola túnica y con los pies descalzos, quiso en– señarnos a nosotros, la gran confianza, que debemos te– ner en la divina Providencia, sin que por eso lleguemos a tentar a Dios. Y esto último haría el misionero, que sin necesidad e inspiración especial del cielo, se expu– siera en sus viajes a fatigas extraordinarias o a esfuer– zos que'.pudieran comprometer su salud. Es necesario no fiarse demasiado en las propias fuerzas o en los entu– siasmos del momento. La experiencia-decía un viejo misionero-me ha mostrado hasta la evidencia, que no basta toda la buena voluntad de un hombre para cam– biar su constitución física. Es verdad que muchos anti– guos misioneros, especialmente los que se forjaban en los viejos moldes, no tomaban consigo al partir para países lejanos, sino el breviariario, la alforja y el bas– tón de caminantes; pero aquellos eran tiempos de gran fe, en los que todas las casas tenían a grande honor el recibir y aprovisionar a los soldados del ejército• del Señor y aunque así no hubiera sido, sabían ellos muy bien dormir a campo abierto y pasar hasta sin lo nece– sario. A nosotros no se nos pide tanto, oh joven misio– nero. Nosotros no somos, por desgracia, ni santos, ni héroes y no es prudente querer hacer lo que ellos hi– cieron. Abraza, eso sí, con entusiasmo los sacrificios y mortificaciones, que se te presenten espontáneamente, pero no quieras exponer tus fuerzas y tu salud con exa– geraciones, que ninguna necesidadJe impone .
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