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-213- En países infieles el demonio reina todavía como soberano absoluto. De él son los templos y los altares; a él se ofrecen el incienso y los sacrificios; y a él se di– rigen las oraciones y las súplicas de grandes y pequeños. Cualquiera que se atreva a oponérsele y mucho más si intenta arrebatarle un pedazo de:su soberanía, será con– siderado como su enemigo mortal y tendrá que entrar en terrible batalla con él. Si el demonio se atrevWa tentar a Jesús mucho más se ha de atrever contigo, oh hermano, y aunque tal vez no llegue a pedirte, como a El, que te arrodilles a sus plantas. no por eso dejará de lanzar contra tí lo que San Pablo llama sus «dardos en– cendidos», despertando tus concupiscencias; aprove– chándose, para hacerte caer, de cualquier momento de descuido que tengas; exagerando a veces las fuerzas de tu natural energía para que confiado en tí mismo te lances a empresas imposibles y pueda undirte después en un abatimiento desesperante. A fín de desanimarte, te suscitará rozamientos enojosos con la autoridad o te rodeará de enemigos poderosos e influyentes, para ver si con eso disminuye tu confianza en Dios y consigue de este modo que abandones la oración. Cada alma que escapa de sus manos en el tribunal de la penitencia y cada niño que se salva en las aguas regeneradoras del bautismo, no hacen sino aumentar su odio y sus propósitos de venganza infernal. Si el demo– nio pudiera, por permisión de Dios, arrojarse sobre no– sotros, como lo hizo con algunos Santos, ciertamente que no saldríamos vivos de entre sus manos. Por fortuna se ve incapacitado de hacerlo y en todo lo que Dios quiera pennitirle no tenemos mucho que temer, si sabe-

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