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-206- taría mejor en tal sitio; aquella escuela no está bien or– ganizada; aquel cuarto no tiene ni aire, ni luz; hay que abrir la ventana por otro lado y poner la puerta al re– vés; la cocina es incómoda; el horario no es natural; el modo de hacer la propaganda anticuado... ¡Ay, amigo, mete el clavo en el agujero ya hecho y signe haciendo el surco por donde ves que ha pasado el arado. San Agustín, que sabía algo más que tú de estas cosas decía ya en su tiempo: «Autoritatis credere magnum com– pendium est et nullus labor.» Tal vez hagas así me– nos bien, pero tambien harás menos disparates y no olvides que se necesita muy poco, que basta a veces una sola imprudencia, para echar a perder una obra que costó largos años y muchas fatigas. Puede ser que el misionero que te precedió en el Jugar, que hoy ocupas, tuviera menos celo, menos pre– paración o menos energías que tú, pero era un antiguo misionero, conocedor del terreno que pisaba, y poseía, por lo tanto, una experiencia que tú no tienes y ¿quién no sabe que en tiempo de lucha vale más un soldado ve– terano y avezado a la vida de campaña, que diez reclu– tas jóvenes, aunque tengan más fuerza que Sansón? Tal vez no podrá contar aquel grandes victorias y conquis– tas, pero sabrá mantener dignamente la posición con– quistada que le entregan, mientras el joven recluta cae facilmente en cualquier emboscada y tiene que hacer marcha atrás perdiendo del terreno que le habían entre– gado. Los más grandes desaciertos y las situaciones más comprometedoras por que tiene que pasar a veces una misión, nacen casi siempre de la inexperiencia y los caprichos de los jóvenes, que quieren maniobrar con una
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