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-197- existen el temor y la repugnancia, que acompañan inexorablemente a todo el que llega de fuera. 2. 0 El espíritu de crítica.-Completamente con– trario y casi antípoda del espíritu de aclimatación es el espíritu de crítica. Sucede a veces, que un misionero, que partió con el mayor entusiasmo hacia lo desconoci– do e hizo sacrificios heróicos impulsado por una ardien– te caridad hacia sus prójimos, apenas llega al país que tanto había deseado, se deja dominar por el espíritu de crítica, riéndose y burlándose de todo. El modo de ha- \ blar, de vestir, de andar, de comer, excitan su hilaridad y los llama bárbaros porque no hacen lo que él hace. Se ríe de las pagodas, de los caminos, de las casas, de ]os medios de locomoción, de las costumbres, de la re– ligión, de la cara y color de las personas, en una pala– bra, todo es para él objeto de risa y de mofa. Todo lo ve envuelto en una nube de ridículo, como si el ridículo no ofendiese a los que tanto amó de lejos, o como si los otros no tuvieran el mismo derecho de reirse de él y · tenerlo por bárbaro, porque ni es, ni vive como ellos. ¡Oh!, no valía ciertamente la pena de embarcarse y re– correr miles de kilómetros, después de haber hecho llo– rar al padre, a la madre, a los hermanos y parientes; no valía la pena de abandonar la propia patria destrozan.do nuestro porvenir, para terminar haciendo un poco de crítica pueril y de ironía barata. Todos estamos orgullosos de nuestra patria y de
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