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-127- 2. ° Cómo se despide un apóstol.-Son tantas y tan distintas las circunstancias en que puede encon– trarse un misionero en el momento de la despedida, que es casi imposible dar consejos particulares y adecuados a todas ellas. Nada sabemos de la despedida que hizo en su casa el Divino Maestro cuando salió para evan– gelizar la Judea. El Evangelio dice solamente: « Y fué llevado al desierto por el Espíritu.» Tampoco sabemos cuales fueron las últimas palabras, que dirigió a su Ma– dre Santísima, ni las que ésta dirigió a Jesús. Pero, co– mo se deduce del texto citado, su despedida no debió ser muy larga, aunque, dado el corazón sensibilísimo de Jesús y de María la separación tuvo que ser gran– demente dolorosa. Y a los apóstoles les debió suceder otro tanto al tener que abandonar sus casas, sus padres ya ancianos, sus parientes y algunos de ellos hasta la mujer y los hi– jos; pero su dolor fué noble y resignado como noble y resignado fué el de tantos otros discípulos suyos y an– tecesores nuestros en tan glorioso apostolado. Antes, los misioneros partían más de prisa y sin tanto ruido, porque la salida no estaba dific_ultada por tantas circunstancias a las cuales hoy es necesario aten– der, como la llegada y salida de los barcos, visitas a los consulados, preparación de cédulas personales y pasajes, cédulas de identidad con su correspondiente fotografía y marcas digitales, etc. Antes, pedido y ob– tenido el permiso, se partía en el nombre del Señor ha– cia donde mandaba la obediencia. Pero hoy ¿quién par– te sin permanecer dos o tres semanas con la familia, sin dar una vuelta donde hay parientes, amigos o solo

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