BCCCAP00000000000000000000185
-109- hijo, que tiene que abandonar a sus padres, a quienes ama con ternura; y el afecto de los padres, que tienen que abandonar a su hijo idolatrado, ·tal vez, para no volver ya a verlo nunca. La carne y la sangre gritan reclamando sus dere– {:hos y la hora de la separación es un verdadero sacri– ficio de inmolación. ¡Bienaventurados aquellos jóve– venes, que lo afrontan con generosidad por amor de Dios y la salvación de las almas! A ellos es a quienes se promete en el Evangelio el ciento por uno, aún en este mundo y la vida eterna en el siglo venidero. Y ¿el que se .vuelve atrás ante la magnitud del sacrificio que Dios le exige.... ? ¡Oh! Ese ama más a sus padres que a Dios y no es digno de llevar el her– moso nombre de apóstol. Otros serán llamados a ocu– par el lugar de los que se resisten a seguir a Jesús, viéndose estos privados de todas las gracias, que se les hubiera concedido en vista de la vocación, y tal vez un día tendrán que dar cuenta a Dios de tantas almas, que no se salvaron, de tantos inocentes irreparablemente perdidos por su culpa. Hasta su misma salvación está mucho menos asegurada. Pero todavía sería peor si el amor y la piedad natural sirvieran de pantalla para cu– brir miras e intereses menos nobJes. Puede suceder a veces que se postergue y aún que se suspenda definitivamente la salida de un misionero por motivos razonables de salud o de edad muy avan– zada de los padres, necesitados de asistencia moral y material; pero estos casos son bastante raros y nunca repetiremos lo bastante, que, una vez aconsejados por personas santas y prudentes, debemos atenemos a su
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz