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-105- extraordinaria y heroica con la que llegaron hasta no– sotros. 3. 0 El ejemplo de los otros.-Pero por ventura, hermano mío. ¿eres tú el primero ni el más débil de los que han pisado ese camino? Legiones de misioneros te han precedido en todas partes y si algún decaimiento fuera justificable en materia de misiones, sería unica– mente, el que nace de pensar que hemos llegado dema– siado tarde y de ver que otros cortaron ya y se lleva– ron los mejores laureles. Y no sólo los misioneros te han precedido. Por do– quiera, aún en los más remotos países, hay hombres, que han ido como tú. En la nave que me trasladó últi– mamente de China a Marsella viajaban más de trescien– tas personas; entre ellas diez misioneros católicos, al– gunos ministros protestantes, un gobernador, muchos turistas, unos cincuenta comerciantes, y los demás eran profesionales, es decir, cónsules, médicos, abogados, ingenieros, etc... Esto sin contar las mujeres y niños. ¡Me parece que hecho como este, que se repite en to– dos los vapores y en todas las travesías, es motivo, más que suficiente, para avergonzarnos de nuestra pusila– nimidad.! ¿Acaso los apóstoles de la herejía sienten menos que nosotros las incomodidades de su apostolado? Tam– bién ellos son hombres como nosotros y menos prote– gidos que nosotros, ya que ellos carecen de las fuentes inestimables de la gracia, de la fe y de la verdadera

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