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LOS MISTICOS DEL SIGLO XV EN ADELANTE 155 yera, a causa de su prestigio y resonancia mundial. Sólo deben reconocerse como de San Buenaventura las obras que constan en la edición oficial y crítiCé:J. que hemos citado varias veces. Al empezar ahora el recuento de algunas (no de todas) obras de místicos franciscanos, debemos pre– venir que la palabra mística se toma en un sentido amplio, en el mismo sentido impropio en que según Menéndez y Pelayo se tomaba en los siglos XVI y xvn, que fácilmente se corría hasta la ascética. He– mos oído hablar mil veces de la edad mística de la literatura española, «del siglo de nlJ.estros escritores místicos». Bien cernidas las cosas, ni España fué entonces. tan mística como se supone, sino activa y caballeresca, y los autores tenidos por místicos es– cribían para ascéticos y místicos. Mas como la nota dominante era la religiosidad, esto matizaba el am– biente de un misticismo que se ha hecho tradicional. Precisamente había en el siglo XVI corno en el xvn, una gran preocupación contra los verdaderos mís– ticos, como una reacción contra los excesos de alum– brados y molinistas y contra las brujerías, sobre to– do después de los escarmientos causados por Mag– dalena de la Cruz, la famosa monja de Córdoba, y la otra monja de Lisboa ( 1), no tan embaucadora y perdida como la primera. Es evidente que casos semejantes y otros de alumbrados y milagreros aca– baron por hacer sospechosos hasta el Padre Grana- (1) María de la Visitación. La m!stica de la edM de oro,

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