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Marcos de Al– vernia. El Cardenal Cusa. 122 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA gas y tribulaciones hallaba nuevo e-oraje y vigor por las oraciones de almas buenas, y sobre todo de Brugman, a quien coloca inter primos. . . doctissi– mum atque solidum heraldum. Brugman era celador valiente de la regla francis– cana y amigo íntimo del cartujano Dionisio Rykel (1401-1471), quien le dedicó su libro De los cuatro postrimeros trances. Marcos de Alvernia, en su Quadragesimale trata de la vida activa y contemplativa ( 1) ( 1386). Trata igua,lmente aquellas dos cuestiones: a) Quae vita est securior solitaria an sociata?; b) Utrum homq possit vivere sine omni dbo corp,orcdi. Sin duda te– nía en cuenta la eficacia del manjar espiritual que suple en hartos casos las veces del corporal. En mu– chas ocasiones hemos visto que la Eucaristía hacía innecesario en los místicos el alimento material. Hubo un libro en aquella remota edad que llamó poderosamente la atención por su título: De docta ignorantia. La reacción que se produjo en el siglo xv contra el especulatismo tuvo gran parte en la re– dacción de esta obra. La controversia intelectualista tuvo su principal representante en el Cardenal Ni– colás Cusa. Pareció a muchos que la acción preemi– nente de la inteligencia impedía la devoción. Es una verdad comprobada que los prejuicios que se cau– san en el espíritu proceden del exceso de especula– tivismo o de intelectualismo. No debe ser que la in- (1) Sermón 34.

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