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TENDENCIA DE NUESTROS DRES. ESCOLASTICOS 1.15 se movían sobre falsa base o sin base teológica. Por una interpretación absurda teológicamente se con– sideraba santa la mística desde el momento en que llegaba al éxtasis ; desde entonces no se reputaba /necesaria la Iglesia para salvarse. Si no en todo, en mucha parte por lo menos arrancaban de aquí los errores de los J oaquinistas ( 1) . Amaury de Bene y David de Dinant rto necesitaban ni Iglesia; su misticismo les salvaría, según opinaban ellos. Estos errores debieron rectificarú~· por una mís– tica teológica documentada y serena, y a eso res– pondió la mística. franciscana, cuyos doctores esco– lásticos armados de todas armas exponían y practi– caban la verdadera virtud apoyados en el amor, pues– to que Dios es amor. Para las tendencias místicas de nuestros teólogos desde San Buenaventura en adelante, eran de gran valía las opiniones de San Agustín y de San An– selmo, que se seguían con mayor gusto que otras ·tocadas de aristotelismo. Como más adheridos a la tradición que al discurso metafísico veían, como ya se ha dicho, con recelo la incorporación aristotélica al sistema teológico, aunque no se opusieron a la cristianización de muchas modalidades de su meta– física, y aunique luego de suprimido el peligro, ex- ( 1) El abad J oaquh{ de Flora provocó un misticismo que atendía a la realización de visiones y profecías de los extáticos. Los fretricellos fueron más allá: estaban dis– puestos a acatar sólo a la Iglesia verdadera, prescindiendo de la actual.

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