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Tendencia rec– tificadora de· 1111estra mística. 114 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA Sabido es para todo el que haya estudiado un poco la historia de la mística entre los alemanes de los siglos XIII y XIV, que profesaban errores graves sobre los sacramentos y sobre el misterio de la re– dención. Los franciscanos entraron allá en 1221, y entre los_ alemanes floreció aquet teólogo místico franciscano llamado Fray David de Augusta, que tuvo la fortuna de haber redactado los primeros y más luminosos libros místicos de que más tarde ha– blaremos. El P omarium spirituale que tanta influen– cia ejerció en aquel país, lo atribuye el doctor Car– los Boecke a otro fraile de un convento de francis– canos. Hoy queda averiguado que pertenece a Da– vid de Augusta. Por entonces mismo, Lamber– to de Ratisbona cantó el poema Filia Sion, que consta de 4312 versos de una gran espiritua– lidad. Quien mira la significación de la teología y de la mística en el espíritl'.Íreligioso de la Edad Media, no podrá menos de reconocer la compenetración entre ambas ramas de la ciencia divina. Esto es siempre un punto que no debe olvidarse; pero importaba más entonces cuando el centro de la mística era la teología, como el centro de la reliT5iosidad era la Iglesia. La Iglesia sostenía el movimiento religioso de los pueblos; pero la teología sostenía el movi– miento espiritual de las almas. Era la caraoterística de aquella edad. Los mismos conatos de reforma eclesiástica respondían a un temperamento excesi– vamente místico en los valdenses y otras sectas, que

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